El primer pleno del año en el Ayuntamiento de Arrecife sirvió para hacer un gran regalo. No a los arrecifeños, claro, sino a los propietarios del solar de Ginory. De los 27 millones que el grupo de Gobierno pidió al banco BBVA en diciembre, en torno a 22 millones de euros irán a parar a las manos de los herederos de doña Aurora Paloma Fúster Conrado. Un dinero, por cierto, que los ciudadanos de Arrecife tendrán que ir abonando religiosamente a lo largo de la próxima década y que se hará notar en los presupuestos de cada ejercicio.
Aclaremos que aquí ni la señora Fuster ni sus herederos, en principio, tienen culpa de nada. La justicia consideró que este era el dinero que le correspondía como propietaria de un terreno expropiado, y el Ayuntamiento, en principio, no iba a tener más remedio que abonar la cantidad tarde o temprano.
No obstante, sí que cabe cuestionar el papel jugado por el consistorio a lo largo de todos estos años. Desde la misma expropiación, pasando por los silencios administrativos y la defensa más que deficiente durante el proceso judicial. Diríase que los diferentes partidos y políticos que han pasado por ahí hicieron más por jugar contra los intereses de Arrecife, que al contrario. Como si el dinero que pagaremos entre todos no les doliera (evidentemente es sarcasmo, claro que no les duele). Por no mencionar incoherencias como las que ha denunciado Lanzarot en Pie.
No olvidemos que hablamos de un terreno que hace nada era básicamente mar. Cuestiones como el deslinde marítimo terrestre quedan en entredicho aquí, y parece que nadie ha hecho nunca nada para aclararlo. Y menos que nadie, la «defensa» del Ayuntamiento de Arrecife.
Esperemos, al menos, que consigamos hacer de ese sitio algo más que el patético parking que hoy es. Oportuno y funcional, no digamos que no, pero demasiado cutre para haber pagado por ello tantísimo dinero.