Como se supo desde el minuto uno tras la firma del pacto PP-PSOE, estos dos partidos no van a llegar al final del mandato de la mano. Ahora toca CC-PP. Pero no se preocupen, no lo vamos a notar demasiado. Son los mismos haciendo lo de siempre.
Es triste que tengamos unos partidos políticos tan previsibles. Con ellos nunca hay lugar a la sorpresa, sabemos que siempre van a hacer lo peor. Bueno, miento… hay más partidos, pero estos son los tres que se reparten el bacalao de toda la vida. Antes también estaba el PIL, que era más de lo mismo, pero cayó en desgracia. Aunque no sus políticas o su forma de entender la cosa pública. Esas han permanecido muy vivas en el triunvirato que nos ocupa. El legado de Dimas sigue muy vivo.
En la isla con más abstención de Canarias, donde apenas vota una de cada dos personas con derecho a hacerlo, nunca hay lugar para la sorpresa. Las redes clientelares deciden. Esa gente que siempre vota, por la cuenta que le trae, es la que decide que estos tres partidos sigan haciendo lo mismo una y otra vez. Hoy pacta PP-CC, mañana CC-PSOE, pasado PSOE-PP, y vuelta a empezar. Entre medias algún pelele de turno que les hace el juego para que sigan a lo suyo. Llámese Nueva Canarias, Somos Lanzarote o Podemos. Cuando entran estos partidos minoritarios lo hacen bajo ciertas condiciones, que se puede resumir en un pedazo de: «Que todo siga igual«.
No pasaría nada si tras ese conchaveo hubiera una decidida apuesta por hacer las cosas bien. Pero nunca sucede así. Arrecife sigue siendo la peor capital de Canarias. En Lanzarote seguimos viviendo de las rentas que nos dejó César Manrique en forma de Centros Turísticos, pero más allá de eso todo es un erial.
Los únicos que podrían cambiar las cosas son los abstencionistas. Si tan solo la mitad de ellos se molestara en votar a otra gente, tal vez algo podría ser diferente. Pero mientras tanto, seguimos atrapados en el tiempo.