Miguel Ángel de León
Fue cosa de publicarse allá por el verano, cuando más aprieta la calora o calufa, lo de la posibilidad de que los canarios fuéramos (o fuésemos, que sería aún peor) descendientes de fenicios, y al momento les entró el tembleque a los que abogaban por ser herederos de los bereberes y el africanismo asirocado. Fuerte fogalera se formó:
-¡Fefa fenicia, fitetú! ¡Fosss !
Sobre la marcha, los etnomaníacos se dieron/pusieron a la tarea de buscar la prueba definitiva, empírica y palmaria que probara su teoría preferida. ¿Recuerdan lo del guineo/cachondeo de la Piedra Zanata? Pues algo muy parecido. Era cosa de tiempo volver a darle la vuelta a la tortilla. De poco tiempo. De hecho, ya está aquí la nueva piedra filosofal, trocada esta vez en diente revenido de guanche guay.
Tal cual. La pasada semana, coincidiendo casualmente con el aniversario de la bandera can-aria de maestro Cubillo, se publicó en la prensa el penúltimo descubrimiento del siglo (de momento y hasta nuevo aviso): un diente prueba que no, que de fenicios nada, monada, que seguimos siendo bereberes (aparte de batateros, como en mi caso) de pura cepa, y a mucha honra. Los necionalistas que trocan la historia a su imagen y semejanza política, convencidos de que los majos votaban todos a una a Cubillo y leían en sus cuevas y por Internet las diarreas editoriales de don Pepito Rodríguez plasmadas en El Día, han vuelto a respirar tranquilos, pero el susto que se llevaron ya nadie se lo quita de encima a los pobres. Ahora ya están otra vez a lo suyo, ignorando el presente y la realidad actual y pendientes todo el rato del pasado, como aquellos mitológicos pájaros locos de los que hablaba Borges, que volaban con la cabeza mirando hacia atrás: todos morían estampados.
Coincidiendo casualmente con la misma efeméride del cumpleaños del trapo cubillista del pasado 22 de octubre, se publicó en la prensa otro hallazgo académico que habla del linaje puro (¿no fumas, inglés?) de algunos canarios. Según un genetista de la mundialmente prestigiosa, prestigiada y reputadísima Universidad de La Laguna (la que casi se ahoga en el pleito insular con la de Gran Canaria, allá cuando el nacimiento de esta última), los canarios más puros están en La Gomera. Aunque yo, para puros, prefiero los de La Palma, puestos a contar verdades.
Así está actualmente la Ciencia en Canarias: servida a la carta. El que paga manda.
-¡Marchando otra de historia-ficción, maestro! (de-leon@ya.com).
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