Compasión temprana

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 Estaba hace unos días paseando por el varadero de Puerto del Carmen con una niña de 4 años que al ver a dos patos pelearse en el agua a picotazo limpio dijo: “¿Por qué pelean? ¡Qué pena!”. Al lado había otro niño, algo mayor, que también les gritaba a los patos: ¡No os peléis!   Me resultó curiosa la reacción de ambos, tan llena de compasión, un sentimiento que consiste en sentirse afectado por algo y que despierta el deseo de ayuda. Entonces, me pregunté: ¿Es la compasión uno de los sentimientos que antes afloran en el niño? La respuesta es afirmativa, porque la compasión es lo que también nos hace más humanos. Claro que aprender a identificar el sufrimiento ajeno  tiene mucho que ver con los valores y normas que se hayan establecido en su educación. El episodio de los patos me pareció extremadamente valioso para entender cómo los niños pequeños pueden mostrar indignación, empatía y generosidad, porque de cierta forma se saben poner en los zapatos del otro al que ven sufriendo. En este caso, la reacción de la niña y el niño fueron exactamente iguales, aunque científicamente está demostrado que las mujeres suelen ser más sensibles o expresivas  ante escenas dolorosas, por ejemplo, apartan los ojos con mayor rapidez ante algo que no les gusta. ¿Significa esto que la mujer es más compasiva? La neurociencia ha demostrado que la mujer tiene un mayor número de regiones del cerebro implicadas con la empatía, pero esto no significa que los hombres no sean compasivos, sino que sus sentimientos los expresan de otra manera. Es más, un estudio realizado por el Instituto de Neurobiología de la UNAM, demuestra que ante una serie de fotografías que apelan a sentimientos compasivos tanto hombres como mujeres muestran un escáner cerebral activo, pero en el caso de los hombres la parte del cerebro que se activa es la vinculada al aprendizaje de conceptos morales y reglas sociales. De ahí, que la lucha contra la violencia de género se centre en los aspectos educativos y en la necesidad de que los roles sociales no impliquen que hombres y mujeres expresen sus emociones de forma diferente, porque como se ha demostrado  en el caso de la compasión, tanto en el cerebro masculino como en el femenino se da una reacción común de auxiliar al que sufre. En definitiva, y volviendo al inicio de este post, me alivia enormemente saber que  la toma de conciencia del daño que puedes causar, el cariño hacia los seres vivos y la empatía se desarrollan a edades tempranas y que hay un amplio margen para prevenir comportamientos o sentimientos inhumanos.

*Fotografía de Iván Corujo.

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