De un tiempo a esta parte viene aconteciendo una guerra en Arrecife entre quienes no quieren que les pongan antenas de telefonía móvil en las azoteas de sus casas o aledaños y las compañías de telefonía móvil. Es un tema controvertido y de difícil solución. Por un lado tenemos la unanimidad científica que afirma lo inocuas que estas antenas son para el cuerpo humano. Por otro lado, las quejas de quienes aseguran haber empeorado de salud desde que esas antenas rondan sus cabezas. Y por último, tenemos el hecho, nada desdeñable, de que nadie quiere renunciar a su teléfono móvil, seguramente tampoco quienes se quejan de las antenas. Móvil sí, pero que las antenas las pongan en los techos de otros.
No viene mal ojear este artículo con el inventor del móvil como protagonista. Un señor que lleva más de 30 años trabajando con esos aparatos, muchos de los cuales no gozaban de los niveles de aislamiento electromagnético que tienen los actuales, y que es la prueba viva de que si esos aparatos fueran perjudiciales él ahora mismo tendría que tener el cerebro como un huevo escalfado.
Personalmente, creo que el poder de la autosugestión es muy poderoso. El efecto placebo es un hecho científicamente probado y tenido muy en cuenta por médicos y farmacéuticas. La capacidad que tenemos los seres humanos para curarnos y para provocarnos enfermedades en función de nuestras propias creencias es algo que se sabe existe, aunque no tenemos ni idea de hasta qué punto ni cuales son los mecanismos exactos que hacen que esto ocurra.
Así pues, basta que tú creas que la antena de telefonía móvil que tienes a unos metros encima tuyo está haciéndote daño, para que te obsesiones y empieces a manifestar síntomas de enfermedad. Si esa creencia tuya encima es reforzada por unos pseudomédicos que van por ahí dando charlas con afán de protagonismo, pues seguramente los síntomas aumentarán todavía más.
Y quiero dejar claro que esto lo dice una persona que no hace uso, prácticamente, del teléfono móvil. Así que si quitan todas las antenas de la ciudad probablemente yo sea uno de los menos afectados por el asunto. Supongo que al final esto se resolverá como suele. Las compañías soltarán más perras a los presuntos afectados y a estos de pronto dejará de importarles lo de la antenita. Así todos podremos seguir mandándonos los tradicionales sms navideños también este año.
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