La Autoridad Portuaria de Las Palmas no huele bien. Por poner un ejemplo gráfico y llamativo, diremos que dicho órgano fue presidido entre los años 1997 y 2003 por un tal Luis Hernández, uno de esos políticos-promotores inmobiliarios (de la escuela PNL, para que se entienda) amigo de Cortezo, que de hecho está vinculado a él en el negocio del Francés, según Canarias Ahora. Se trata de una entidad muy golosa para especuladores y amantes del pelotazo, pues maneja presupuestos importantes y toma decisiones urbanísticas cruciales relacionadas con la costa, como son los Puertos Deportivos y todo lo que rodea a estos. El Marina Rubicón, por ejemplo, fue un puerto desarrollado con gran premura gracias a las facilidades que la Autoridad Portuaria de Las Palmas puso en todo momento, todo lo contrario de lo que ha sucedido con el Puerto de los Mármoles o con el Islote de la Fermina.
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Y es que la Autoridad Portuaria de Las Palmas sabe que el Puerto de los Mármoles es competidor directo en lo que a turismo de cruceros se refiere, por lo que se ha negado sistemáticamente a hacer las ampliaciones necesarias para que no nos pase lo que ocurrre cada vez que hay temporal, que nos quedamos sin que los barcos puedan atracar.
También fue la Autoridad Portuaria de Las Palmas la que ha estado años escabulléndonos el Islote de la Fermina, que finalmente se ha dignado ceder previo pago anual de 30.000 euros. Si no hay negocio por medio, la Autoridad Portuaria de Las Palmas no mueve un dedo.
Y ahora el Cabildo de Lanzarote, cuando ya estaban avanzadas las gestiones para arrebatar a semejante panda la gestión de nuestro litoral, pretende dar marcha atrás al asunto, con peregrinas excusas que no hay quien se crea. Quieren que la Autoridad Portuaria de Las Palmas siga poseyendo la costa de Arrecife, para plantar puertos deportivos y aledaños con la misma premura que se levantó el Marina Rubicón; para tomar decisiones unilaterales desde una isla que no siente ni padece los problemas de quienes aquí vivimos; para ayudar a sus amigos especuladores mientras se paralizan y entorpecen los proyectos y medidas verdaderamente necesarios para la mayoría.
En fin, son las cosas que pasan cuando gobiernan la isla quienes la gobiernan. Por más que disimulen, al final se les ve el plumero y comprobamos que los tiros van justo por donde nos temíamos.
