Mayer Trujillo: ¿Se está trabajando en alguna alternativa al turismo en la isla de Lanzarote?
Pedro San Ginés: Es un discurso bastante manido y conveniente que tenemos que diversificar nuestra economía. Pero que nadie esté pensando que vamos a dejar de depender del turismo porque se equivocaría. Nosotros dependemos y vamos a seguir dependiendo siempre del turismo.
(“30 minutos”, Televisión Canaria, 19/04/11)
1. Ergo, no se debe estar trabajando en ninguna alternativa al turismo en la isla de Lanzarote. Y lo que es más sorprendente, el presidente insular conoce el futuro y hasta la eternidad.
La certeza con que la clase política y económica dirigente de Canarias fija las expectativas de crecimiento y salida de la crisis en el turismo, la inexistencia de “plan B” alguno, y aseveraciones como las que aparecen al inicio, que apelan al per secula seculorum de la Biblia, o al “esto es así hoy y el día que se escribió” de doña Matoya la batatera, nos hablan de una creencia en los poderes multiplicadores del monocultivo que excede lo científico y se adentra en el territorio de la fe y el dogma.
No atino a acertar sobre cuáles son las causas de esta arraigada devoción: los más descreídos consideran que existe una subordinación del poder político al económico, que aquí es fundamentalmente el asentado en las moles construidas a pie de costa, y que por lo tanto las palabras de unos son reflejo de las ansias de supervivencia a cualquier coste de los otros. Sin ser tan malpensados quizás ocurra que 40 años de desarrollismo turístico-inmobiliario nos hayan hecho perder la perspectiva de una tierra a la que ninguno de sus monocultivos históricos le han durado una eternidad. Ha sido tan grande y acelerado el crecimiento experimentado, tan fácil el hacer dinero y tan destructivo con el resto de fuentes de subsistencia que, quizás con buena intención, los políticos canarios confíen la suerte de nuestra economía, especialmente en lo concerniente al drama del desempleo, a la “recuperación turística”.
Pero la realidad que arrojan las cifras no es la de la panacea turística que Guillermo Topham escribiese en el Semanario (la semana que salía) La Antena en los años 50 y 60 del siglo XX. Aquel periódico jugó un papel importante en la creación de una “nueva conciencia económica” en la sociedad isleña de la época, adelantándose al turismo desde la atalaya mediática como lo hicieran el tándem Manrique – José Ramírez en el espacio de la planificación. El turismo, efectivamente, fue el instrumento mediante el cual esta isla y el conjunto el país fue abandonando su secular subdesarrollo a partir de la década de los 70. Pero la insistencia en que nada más puede florecer en esta tierra que las sombrillas y tumbonas de un monocultivo dependiente, masificado y cada vez menos exclusivo es una condena al subdesarrollo para los dos millones de individuos que poblamos este archipiélago. [quote]
La realidad hoy es que el turismo no nos alcanza para vivir bien ni para aspirar a vivir mejor. A lo sumo nos da para sobrevivir. En el día y hora en que escribo los establecimientos hoteleros de Lanzarote deben rondar una ocupación del 80%. Excelente en una isla con casi 63.000 camas turísticas censadas entre hoteleras y extrahoteleras. La tasa de desempleo, sin embargo, sigue rondando el 30% de la población activa. Esto es, supervivencia.
Otra evidencia de que este no es el camino: Canarias mejora cuando un conflicto azota el Magreb o cuando una temporada de huracanes es especialmente dura con el Caribe. Nuestros competidores no son los países más desarrollados del planeta sino los que se encuentran en el subdesarrollo o en vías (lentas) de abandonarlo. Una norma futbolística –ahora que aprieta la fiebre por aquello de los clásicos- aplicable aquí también indica que por muy bueno que usted sea, si se la pasa compitiendo con el Tenisca, el Lomo, el Castillo o el Gáldar, usted no es un equipo de primera, ni tampoco de segunda. Si usted, camarero, dependienta, cocinero, hamaquero, botones o recepcionista, con quien compite es con sus homólogos de Marruecos, Túnez, República Dominicana y México, en el mismo sector y con un producto similar, usted no puede aspirar a cobrar lo que un vasco, un catalán, un francés o un británico. Por eso un vasco gana 3.090 euros de media al mes y un canario 1.608, el salario más bajo del Estado. Desarrollo frente a supervivencia. Pura lógica de mercado.
El tiempo del desarrolismo acabó. Este estaba basado en la díada turismo y construcción/especulación. Por mucho que el primero resurja, el segundo pinchó para siempre –de repetirse un proceso de disparate urbanístico similar al de los últimos 20 años firmaríamos nuestra sentencia de muerte como sociedad-. Si nuestros padres o abuelos miraron con ilusión lo que iba contando La Antena sobre las oportunidades que se le abrían a Lanzarote con la llegada de los primeros turistas, miremos con desconfianza a los que hoy, desde las poltronas políticas o las ondas catódicas nos invitan a conformarnos con la supervivencia y el malvivir. Si aquel fue ayer vanguardia, estos son hoy la retaguardia.
2. No ha sido ni es Canarias un territorio propicio para la industria. Me lo recordaba en una entrevista reciente, en televisión, el actual consejero de empleo del Cabildo de Lanzarote Juan Carlos Becerra: “sería un disparate dedicarnos a hacer aquí altos hornos, hay que aprovechar lo que tenemos”. Cierto es que sin metales ni grandes materias primas, sin combustibles fósiles -hasta que los encuentren-, y siendo islas, fraccionadas y distantes del área geográfica europea, en Canarias no encontramos los condicionantes naturales que pudiesen favorecer la actividad industrial, al menos de gran industria. Pero hete aquí que la era industrial es ya cosa del pasado. La era en la que vivimos, coinciden todos los que le ponen nombre a estas cosas, es la post-industrial. [quote2]
Por Internet circulan hoy más elementos de valor que por las vías de los ferrocarriles alemanes. Google, una marca, una idea, algo casi intangible, tiene infinitamente más precio que todas las fábricas de SEAT juntas. Las locomotoras mundiales no está ya solamente en los márgenes de canales fluviales con acceso a la materia prima, sino también en lo que fue un desierto como Silicon Valley. La sociedad de la información ha sustituido a la sociedad de la industrialización. El mundo de hoy no se parece en nada al de hace una década, y se parecerá menos dentro de otra. China, que ya es una superpotencia en nuestro continente africano, superará en cinco años el producto interior bruto de EE.UU.; ni Europa es ya tan centro ni las periferias siguen siendo las mismas, la globallización ha trastocado los papeles; se abre con fuerza nuestro Atlántico al comercio con América, mientras Brasil despunta como un grande entre los emergentes. Ante este panorama, Canarias no puede seguir pensando con los parámetros del siglo XX.
3. El país soporta hoy un drama añadido al del desempleo: la desesperanza de miles de ciudadanos, especialmente los más jóvenes. Si por esos mundos hay ni-nis, en Canarias son plaga. Hay dos prototipos de jóvenes desencantados en estas islas, y aunque unos parezcan estar en las antípodas de los otros, son dos caras de una misma moneda: la del final de un ciclo. Por un lado, los jóvenes que se auparon al abultado fracaso escolar isleño en aquellos años en que la mejor alternativa a la formación era el “dinero fácil” –que de fácil tuvo poco porque trabajaban como petudos, pero sí fue rápido- de la hostelería, los trabajos no cualificados en el ámbito de los servicios o la construcción. En el otro extremo, los muchos jóvenes que, efectivamente, son parte de la generación mejor formada de la historia de las islas. Profesionales que sin expectativas en una tierra que solo suele ofertar empleo barato y mal cualificado optan por hacer la maleta y coger rumbo. La semana pasada lo hizo uno de los colegas más imaginativos y con la cabeza mejor amueblada con que me he encontrado en la vida. 27 años, Licenciado en Ciencias Ambientales, activo personal y socialmente. Los meses de desempleo en una isla que se enorgullece de ser Reserva de la Biosfera le pusieron camino de la Gran Bretaña. La descapitalización humana que está sufriendo Canarias es terrible.
Ante la desesperanza solo cabe una alternativa: renovar la ilusión. Pasar página, buscar fórmulas, hacer de la crisis una oportunidad. Podremos caer pero este pueblo, que cuenta con callos en las rodillas, deberá levantarse. Puede ser el comercio atlántico; quizás seamos el nudo logístico con África en el marco de un mundo global; pueden ser las oportunidades que el sol, el viento y las mareas nos ofrezcan respecto a las energías renovables; puede ser la agricultura ecológica o un turismo de verdadera calidad más ligado a la naturaleza y la cultura; tal vez sea el desarrollo tecnológico o la sociedad de la información. Puede ser el cine, la música, las artes plásticas o el teatro. Puede ser lo que sea, y si son muchas mejor, por aquello de no poner todos los huevos en la misma cesta. Lo que está claro es que el cemento necesita recambio. Y los cambios siempre empiezan en la cabeza de quienes los conciben.