Hacía semanas que no encontraba un tema motivante para escribir una nueva entrada en Lanzarotelandia. La seria posibilidad de que el Costa de Músicas no se celebre este año me ha terminado por empujar al teclado.
El Costa de Músicas es, para mí, el mejor festival de música de los que se celebran en Canarias. Es una opinión subjetiva que baso en mis gustos musicales, el lugar y el ambiente. También hay aspectos del festival que nunca me han terminado de convencer, como eso de «desperdiciar» un par de zonas con muchas posibilidades suministrando exclusivamente «chunga-chunga» a punta pala. No obstante, sus virtudes siempre han pesado mucho más que sus defectos en lo que a mi valoración general respecta, por eso he asistido puntual a cada una de sus cuatro ediciones… y pensaba ir a la quinta.
Dejando a un lado su calidad organizativa o musical, de sobresaliente, el Costa de Músicas tiene un problema a nivel de producción. Un enorme problema. Y es que su presupuesto, al ser la entrada libre, depende en buena medida de lo que los políticos a través de las instituciones que gobiernan o los empresarios a través de las empresas que dirigen, decidan aportar. Y este año, ni que decir tiene, la cosa está cruda.
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Ya hemos dicho alguna vez que la totalidad de ayuntamientos lanzaroteños están en quiebra técnica. Simplemente, son incapaces de acometer los gastos corrientes por sus propios medios, especialmente los que se refieren al pago de las nóminas de sus plantillas sobredimensionadas. Y Teguise no es una excepción. Cuando el Consistorio dice que el dinero del Costa de Músicas se empleará para «generar empleo», en realidad está diciendo que lo empleará para pagar a los empleados que ya tienen. Así de simple.
Pero claro, ¿qué pasa con Arrecife? ¿no es similar la situación de la capital, o incluso peor, y aún así son capaces de pagar 400.000 euros, de los que difícilmente recuperarán la mitad a través de la venta de entradas, para traer a un cantante como Alejandro Sanz?
Pues sí, pero es que Tunera (productora que trae a Alejandro) no es Lost Paradise (productora que organiza el Costa de Músicas). Bruno Suárez (administrador de Lost Paradise), no es Eduardo Ferrer (administrador de Tunera). En Lanzarote los contactos lo son todo. Y cuando se trata de conseguir financiación institucional, no decimos nada. Eduardo Ferrer tiene una empresa de imagen y sonido, y allá van los políticos a alquilar sus equipos. Eduardo Ferrer se monta una empresita de carpas, y allá van los políticos a alquilar las carpas de Eduardo. Eduardo Ferrer se monta una productora, y allá van los políticos a contratar los conciertos que organiza Eduardo. ¿Por qué? Encanto personal, será…
En fin, así funcionan las cosas. A pesar de la quiebra técnica, los Ayuntamientos pueden pedir créditos, y así van tirando. Según quién pida el dinero o para lo que sea, les vale la pena pedir más créditos. De hecho, Arrecife pidió recientemente 20 millones… y es que, a parte de las nóminas, hay muchos haciendo cola a los que conviene tener contentos de cara a las inminentes elecciones.
Por otro lado, también sucede que en Lanzarote estamos demasiado acostumbrados a que los conciertos sean «gratis». Y entrecomillo porque los conciertos no son gratis. Nunca lo son. Los músicos cobran. Los equipos cuestan dinero. Los técnicos y personal de mantenimiento no trabajan por amor al arte. Que paguemos todos a través de nuestros impuestos o paguen sólo los asistentes es lo de menos… o no, porque de hecho lo justo sería que sólo pagaran los eventos aquellas personas que los disfrutan, no todo el mundo. Igual que a mí me repatea que el ayuntamiento pague a los triunfitos, me imagino que a la gente a la que no le gusta el rock le sentará mal que con su dinero se pague a artistas cuya obra rechazan.
Yo creo que el Costa de Músicas está ante un reto… y una oportunidad. La oportunidad de reinventarse y de emanciparse del politiqueo para siempre. Tras las cuatro primeras ediciones han conseguido hacerse con un nombre y un prestigio… ese es un patrimonio que, bien administrado, les permitirá dar el paso fundamental que necesitan ahora. Ahí tienen el ejemplo de la Asociación Cultural para la Realización de Conciertos (ACRC), sin ayudas económicas de ningún tipo ellos han conseguido organizar numerosos conciertos simplemente a base de lo que la gente que disfruta de los grupos aporta a través de las entradas o las consumiciones. Ese es el camino.
Está claro que el coste organizativo del Costa de Músicas no es el mismo que el de un concierto de ACRC, pero su capacidad de arrastre tampoco. Tal vez no crean en ellos mismos, en la calidad de lo que hacen; tal vez duden que la gente esté dispuesta a pagar por lo que ellos organizan… pero si no prueban nunca lo sabrán. Yo estoy seguro de que si los precios son razonables la gente va a responder. No hay muchas oportunidades de escuchar buena música en Lanzarote. Yo, al menos, pagaría.