El habla interior

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Entre las cosas buenas que me aportan las vacaciones está el escucharme. Oír mi voz interior, más allá de las órdenes que me doy a diario para organizar mentalmente las tareas, es uno de los síntomas de que estoy en modo relax. Ese lenguaje para mí misma, que es un pensamiento sin palabras, es una de mis tareas favoritas cuando estoy relajada, porque voy saneando cada rincón de mi cabeza, le doy cabida a pensamientos curiosos o a ideas que no tienen por qué ser útiles Y lo mejor es que me digo cosas, que no tienen que incitar a una conducta, sino que simplemente tomo conciencia de mi misma, regulando mi estado de ánimo o fijando mi atención en aspectos de mi vida sobre los que reflexiono. Me gusta que mi mente hable y me anticipe algunas posibles soluciones a problemas que me preocupan. Me relaja tener pensadas las cosas . Ese acceso a mi propia energía me sirve para hacerme más dueña de mi misma. Cuando estoy en esa tarea introspectiva me surgen más proyectos, porque la inteligencia generadora está más libre para las ocurrencias y los deseos. Quizá esos planes de acción no lleguen a materializarse tras el relajo estival, pero al menos, estan ahí y pueden llegar a ser metas.

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