Mi primera reacción cuando supe que Pedro San Ginés había cesado a los consejeros del Partido Popular fue de desbordante alegría, lo reconozco. Y es que, en mi opinión, si hoy hay un partido al que pueda tildarse como perjudicial para los intereses de Lanzarote, ese es el Partido Popular. De hecho, en mi particular ranking de peores partidos de Lanzarote, hace meses que el PP había adelantado a quienes anteriormente ocupaban tan honorable posición: PIL y PNL.
No es que el partido de Soria se hubiera caracterizado jamás por prestar especial atención a esta isla dejada de la mano de dios, pero al menos mientras estaba en el Gobierno de Canarias, el hoy ministro intentaba mantener las formas y disimular un poco.
Pero particularmente la postura sostenida en torno a las plataformas petrolíferas, que ni siquiera se ha dignado a explicar decentemente, retrató a su formación como lo que es, una mera extensión de su persona y de sus intereses. Allí donde el PP de Canarias gobierna, gobierna Soria. Directamente.
Es por ello que quienes vemos en las plataformas una inminente y grave amenaza no podemos sino desear y alegrarnos de que Soria pierda todo el poder posible en esta isla, para que no interfiera en el unánime rechazo al petróleo que el resto de colectivos y partidos han expresado. El PP cuanto más lejos, mejor.
Pero claro, una vez pasada la alegría inicial, viene la reflexión. Y entonces uno no puede evitar pensar en que nos lo están haciendo otra vez. Otra vez unos señores que residen en Gran Canaria y Tenerife están usando Lanzarote como particular escenario de operaciones. Como quienes hacen la guerra lejos de su casa, para que no les dañe a ellos y a los suyos. Así es como Paulino Rivero y José Miguel Pérez ven a islas como Lanzarote o Fuerteventura, islas menores sobre las que jugar a la política. Y eso no es tan malo como la evidencia de la mansedumbre manifestada por los políticos de las formaciones implicadas. Gente como Pedro San Ginés o incluso Suso Machín no tienen nada que decir, y de hecho no lo hacen, frente a lo que se les ordena y manda desde Tenerife. No hay más que imaginarse a un hombre como Suso Machín, antisocialista como pocos, teniendo que tragar como si tal cosa lo que ha ocurrido hoy en su isla. Y lo ha hecho, ha tragado. Tres cuartas partes de lo mismo cabe decir de políticos como Joaquín Caraballo u Orlando Suárez, por mencionar a dos de los principales referentes socialistas. Se les ha ordenado pactar con CC y eso van a hacer. Y, desde luego, José Montelongo ya podrá estar viviendo un idilio inconmensurable con Cándido Reguera, que si desde arriba le dicen que rompa con el PP lo va a hacer. Y no solo lo hará, sino que encima tendrá que soltar flagrantes mentiras para justificar su decisión, como las que ha soltado Pedro San Ginés hoy… porque la carrerra política de uno es lo primero, y los escrúpulos morales respecto a lo de mentir o no mentir es algo que hay que dejar en segundo plano si te quieres dedicar a la política, como aprende pronto cualquiera que se arrime a ese mundo.
En definitiva, que aunque me alegra infinitamente que el PP salga de las instituciones de Lanzarote, no consigo extirpar de mi paladar cierto sabor agridulce. Es el sabor que se le queda a uno cuando sabe que sus políticos se deben a sus carreras políticas y a los intereses de sus partidos antes que a los ciudadanos que les votaron.
