Empieza la Operación Acuario en el Islote del Amor

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Podría ser el título de una peli de James Bond, pero la cosa tiene bastante menos glamour. La Operación Acuario en el Islote del Amor ha empezado de la forma más burda: Abriendo de par en par las puertas del apocalíptico escenario. Eso sí, justo después de las elecciones… no fuera a ser.

Decía Naomi Klein, en su libro «la doctrina del shock», que cuando un gobierno desea acometer una reforma o un proyecto que conlleve cierto riesgo de impopularidad, lo que suele hacer es crear entre la población sensación de alarma y urgencia para que se haga algo, y se haga ya. El pueblo tiene que reclamar voluntariamente lo que a ti te interesa que reclame.

En este caso, lo que la dupla CC-PSOE quiere hacer es un gran acuario en el Islote de La Fermina. Muchísimos millones sobre la mesa… nada debe salir mal.

Así que la operación ha empezado, exactamente como se cuenta en «la doctrina del shock». Abren las puertas, generan noticias, invitan a sacar fotografías que la ciudadanía comparte indignada, viralizándolas. Alarma social, sensación de urgencia. Lo que hasta el mismo día de elecciones era un tema tabú, de pronto está en boca de todo el mundo. Hay que hacer algo en el Islote de la Fermina. Y hay que hacerlo ya.

Y lo que hay que hacer es un acuario. Un zoológico para peces. Un suculento proyecto megamillonario que promete repartir grandes dividendos.

César Manrique ideó ese espacio de recreo para la población local y visitante, con la misma visión artística que empapa toda su obra. Debía ser el Lago Martiánez de Arrecife.

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Pero jamás pasó de obra nunca acabada que llenó los bolsillos de arquitectos, constructores, subcontratistas, funcionarios y políticos corruptos. La corrupción es inherente a casi toda obra pública que se ha hecho en Lanzarote las últimas décadas, pero en este caso ni siquiera hubo un resultado final que la justificara ante quienes suelen justificar este tipo de cosas. El Islote de la Fermina es un monumento, pero no de César. Es un monumento al chanchullo y la desidia política de Arrecife. Un monumento incompleto que promete dar mucho que hablar en los próximos meses.

A quienes nos opongamos a esta nueva aberración, diametralmente opuesta al espíritu de César Manrique, se nos intentará mostrar ante la opinión pública como los del «no a todo». Individuos que se niegan al progreso de la ciudad y que prefieren la ruina actual antes que una obra millonaria que generará puestos de trabajo e ingresos para el municipio. Por eso es importante articular una respuesta inteligente y común de parte de todas las fuerzas que promueven otro tipo de crecimiento y desarrollo, tanto políticas como sociales. No solo hay que negarse. Hay que proponer alternativas. Exigir que se respete la idea original de Manrique, mucho más amable y sensata, parece la respuesta más obvia.

¿Quién sabe? Tal vez la lucha contra el acuario tenga un efecto parecido al que tuvo la lucha contra el petróleo, y consiga aglutinar fuerzas en torno a un objetivo común. Corren tiempos de confluencia, la operación acuario puede ser una gran ocasión para unir voluntades y esfuerzos.

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