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Como cada año, excepto cuando hay sequía, sobra uva. Y como cada año, haya sequía o no, los viticultores alzan sus quejas. Unas veces, las menos, porque el clima les negó una buena cosecha; otras veces, las más, porque tienen mucha uva y nadie se la compra. De fondo, siempre la misma historia: ellos son los garantes de nuestros bellos paisajes y se merecen un buen pellizco de dinero público si los bodegueros no les dan lo suficiente.
Aquí, como en todo, es injusto generalizar. Los hay en verdad sufridos viticultores que se pasan el año cuidando sus tierras con mimo y que apenas tienen más ingresos que el obtenido gracias a este oficio. Pero también los hay que lo mismo tienen una constructora, un par de supermercados, una empresa de alumino y vaya usted a saber qué más. Ricachones con una casa en la playa, otra en el campo, dos mercedes y un yate en Puerto Calero. Obviamente, a la legua se ve que son personas necesitadas de mucha ayuda. Esta gente no reparte sus beneficios entre los lanzaroteños cuando sus negocios les van bien… pero son los primeros en poner la mano en tiempos de vendimia para que el dinero de todos engorde un poco más sus cuentas corrientes.
A mí el cuentito de potenciar el sector primario y de que «cuidamos los paisajes», sólo me hace efecto cuando procede de agricultores de verdad, de gente que se lo curra y que se dedica a ello al cien por cien. Pero en Lanzarote, aunque hay algunos, no son precisamente la norma.
Otro tema, que merece atención aparte, es el grado de improvisación que, como en casi todo lo que pasa en Lanzarote, subyace en torno a la vendimia cada temporada. Un año al Cabildo le da por comprar no sé cuánta uva para fabricar vinagre y lo tiene almacenado ad eternum, otro año subvenciona a los bodegueros y otro año no sabe o no contesta. ¿Es que tan difícil es hacer una planificación seria que valga para todos los años y que contemple todas las posibilidades, sea que haya escasez o excedencia de uva?
En definitiva, lo único que digo es que en tiempos como los que estamos viviendo, hay que mirar muy bien cómo se reparte el dinero público, y que antes de dar ayudas a un empresario-viticultor, que las va a usar para comprarse otro todoterreno, mucho mejor acordarse de los veintipico mil parados que sí necesitan ayuda de verdad.
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