Tomás J. López
José de León Hernández (Montevideo, 1957) tiene su propio grupo en Facebook. Más dado al palique que a la cibernética, él mismo se sorprendió al verse protagonista de un espacio en la Red. “Yo también conozco a Pepe el Uruguayo”, nombre por el que la mayoría le llama, acumula casi 400 miembros, que solo son la milésima muestra de las muchas gentes con las que este Doctor en Historia y Arqueólogo ha ido topándose por el mundo.
Lanzaroteño de origen, uruguayo de nacimiento, hijo de la inmigración canaria, y criado en el popular barrio grancanario de La Isleta, Pepe es un hombre del que destacan dos evidencias: la primera, que la sabiduría nunca se ve, porque es un elemento intangible, poseída por quienes no lo aparentan y ganada a base de escuchar a quienes se la callan y atesoran, como ese viejo del jable con quien le gusta alegar, y que conoce cada palmo de lo que pisa. La segunda, que es un tipo siempre dispuesto a meterse en camisas de once varas. Podría quedar tranquilo tras su jornada de trabajo como inspector de patrimonio histórico del Cabildo de Gran Canaria, o conformarse con seguir hurgando en el yacimiento majo de Fiquininieo, que no es poca cosa. Pero Pepe siente un impulso irrefrenable cuando se trata de defender “a la gente buena”, las buenas causas, el buen recuerdo de los malos y los buenos tiempos pasados, el buen gobierno que escasea y la buena conservación de una tierra que no es del todo nuestra, porque ya fue de otros antes y debe ser de otros cuando nosotros pasemos.
Pasado, presente y futuro: Tindaya. La montaña sagrada para los indígenas de Fuerteventura, sobre la que el majo dibujó centenares de huellas de pies (podomorfos), es el eslabón que nos une con el origen y cuyo devenir se está decidiendo. Pepe lo tiene claro: la obra de Chillida, aparte de haber constituido un carísimo pelotazo, desvirtúa los valores impresos durante siglos sobre la piedra porosa de la mole majorera. Aquí van sus razones.
¿A cuándo se remonta tu primera relación con Tindaya y qué trabajos has efectuado en esta montaña?
Desde el año 1981, hace 30 años. En aquel momento realizamos un trabajo que relacionaba los grabados rupestres de Lanzarote con los de Tindaya. Desde entonces he continuado con los estudios sobre los grabados y los yacimientos de la montaña, denunciando al mismo tiempo su situación de indefensión. En 1983, hace más de 15 años, ya denunciamos las canteras en las Primeras Jornadas de Estudio de Fuerteventura y Lanzarote. Sorprende que ahora algunos políticos vengan a preguntarnos dónde estábamos cuando se extraía piedra de Tindaya.
Una de las investigaciones más importantes la desarrollamos entre 1999 y 2000, sobretodo con una campaña de excavaciones en la montaña. A pesar del amplio respaldo de científicos al proyecto, el
Gobierno de Canarias intentó boicotear el estudio. Luego publicamos los resultados dando, entre otros datos de interés, la primera fecha de carbono 14 para la montaña. Sabemos que en torno al año 1150 aproximadamente ya se desarrollaban prácticas culturales en las cima de Tindaya. También hemos publicado algunos trabajos sobre medidas de protección y valores patrimoniales en la montaña.
¿Y qué valores, tanto naturales como históricos, encierra la montaña de Tindaya?
Muchísimos. Desde el punto de vista de la geología y la flora, Tindaya ha sido merecedora de la máxima protección legal, con de la categoría de Monumento Natural, destacando una planta muy frágil y en peligro de extinción, la caralluma buchardii o cuernúa.
Desde el punto de vista arqueológico los grabados rupestres (podomorfos) le confieren directamente por Ley la categoría de Bien de Interés Cultural.
Además, los alrededores de la montaña, por su base norte y occidental, están declarados zona ZEPA de protección de aves esteparias. Pocos espacios en Canarias tienen tantos niveles de protección.
¿No es compatible el proyecto de Chillida con la conservación de los valores naturales y culturales de la montaña?
No es compatible. Más allá de la posible afección de algunos elementos protegidos por parte de las obras de la escultura, como la cuernúa en la zona de embocadura del túnel, o a parte del poblado aborigen en la zona de acopio de material y tránsito de camiones, lo verdaderamente grave es que se pervierte la idea de protección porque se desvirtúa el significado de la propia Tindaya.
Se incorpora un nuevo bien de gran escala, la obra del cubo de Chillida, que es ajeno a los valores que ya existen y con una actuación tremendamente costosa. Esto difumina el objeto de protección, prácticamente anulándolo. Tindaya deja de tener valor por lo que es y sólo se presta atención a lo que se proyecta. El ejemplo más claro está en que en estos últimos años el 90 % de las veces que se menciona o se recuerda Tindaya es en función de la obra de Chillida y no de sus auténticos valores. En la memoria justificativa de las Normas de Conservación, en 54 páginas se menciona más de 30 veces el nombre de Chillida. En cuanto a la financiación, ya se llevan gastados 30 millones de euros en la obra, auque no se haya hecho nada, y prácticamente cero euros a los estudio científicos.
Los partidarios del proyecto hablan de una obra de arte de primer nivel, además de una fuente de atracción de turistas y de generación de riqueza. Resulta difícil negarse a lo que parece será un negocio redondo para la isla en estos tiempos de crisis ¿no cree?
En estos tiempos de crisis pocos negocios son redondos. La obra de Chillida no solo no ha sido un negocio para los canarios, sino más bien una ruina, con mas de 30 millones perdidos y parece ser que sin culpables. Nada hace pensar que ahora la cosa sería diferente, sobretodo porque algunos de los que participaron del desfalco, con decisiones irresponsables, hoy son los principales promotores, como Domingo Berriel o Miguel Cabrera.
Ahora la apuesta es de conseguir 76 millones más, según se estima que costará la obra, que serán muchos más si se llevan a cabo la cantidad de proyectos previos al inicio de la misma, como mandata el acuerdo de la COTMAC.
Cabildo y Gobierno pretenden ahora que una empresa lleve a cabo la obra de Chillida sin gasto alguno para la administración a cambio de su gestión durante 15 años. ¿No le parece un buen planteamiento teniendo en cuenta que no costará un euro a las arcas públicas?
En cuanto a la financiación privada creemos que tal aventura no esta al alcance de ningún iluminado. Estamos hablando de muchas decenas de millones de euros. Otro despropósito es que el 50 % de la fundación que dicen va a gestionar la obra, la Fundación Chillida Leku, acaba de cerrar definitivamente por quiebra económica e incapacidad de gestión en la propia tierra del escultor vasco.
¿Cómo valora la posición de la sociedad insular sobre Tindaya? Dicen los partidarios de la obra de Chillida que solo son cuatro los majoreros que están en contra del proyecto.
Es totalmente falso como bien saben los mismos que utilizan ese descalificativo. Hay una encuesta que realizó el PSOE en mayo de 2010 y el porcentaje de gente a favor y en contra se dividía al 50%. Ahora creo que es mucho más el porcentaje en contra. En el resto de Canaria es abrumadoramente mayoritaria la postura en contra. En las Jornadas que hicimos en Fuereteventura concentramos en los distintos actos a más de 300 personas. Creo que no se atreverían a realizar una nueva encuesta ahora.
Esto es importante, porque uno de los condicionantes que puso el propio Chillida para hacer la obra era que hubiera unanimidad en la sociedad canaria, cosa que evidentemente no hay.
¿Existen otras alternativas para poner en valor la Montaña de Tindaya? ¿Qué modelo defiende usted para la zona para que se proteja lo que hay y además genere beneficios a la sociedad majorera?
Sí existen alternativas. Con una cantidad infinitamente menor que la que ya se ha derrochado, 30 millones, y la que se estima costaría la obra, 76 millones, se podría haber realizado estudios científicos en la montaña, tareas de restauración de los yacimientos incluidos los grabados, establecer itinerario guiados, un centro de interpretación y proyectos de recuperación del entorno. Esto daría no sólo resultados científicos y patrimoniales, sino que estaría generando actividad económica directa y complementaria. Es triste el desprecio a los importantes valores de la montaña por los impulsores de la obra de Chillida. Solo con lo que se ha perdido se podría hacer uno de los Parques Arqueológicos más importantes de las islas. El de la Cueva Pintada de Gáldar costó menos de 10 millones. Es decir, con la inversión que se pretende para la obra de Chillida, se harían 7 parques como la Cueva Pintada. Indudablemente el turismo iría a ese Parque por su belleza e importancia cultural y natural.
¿Por qué cree que defienden Cabildo, Gobierno y ciertos partidos la obra de Tindaya? ¿Qué intereses existen?
En realidad es difícil saber qué puede estar pasando por el cerebro de los defensores de la obra sobre todo después del calvario recorrido de procesos judiciales, desfalco económico, promesas que no se cumplen, apaños en los proyectos y estudios de impacto, normas aprobadas con calzador, pleitos interminables -quedan varios pendientes- con Bittini, incertidumbres técnicas, dificultad de encontrar un mecenas que financie la obra, etc.
No entiendo cómo no se han retirado honrosamente de este laberinto sin salida. Lo cierto es que esa testarudez, nos sigue costando dinero, en propaganda mediática, viajes, acuerdos e informes. La verdad es que no entiendo si piensan en términos de negocio, de arte, de altruismo o si hay quien piensa es el bolsillo de unos pocos. Mi pregunta para esos entusiastas sería: ¿si realmente no fuera rentable la explotación del monumento, gastarían 76 millones por amor al arte?