Ningún carrito de bebés puede rodar por ese suelo. Ninguna silla de minusválidos puede desplazarse por esa superficie. Nadie que no quiera arriesgarse a dejarse el tobillo puede pasear por esa zona, especialmente de noche. El parque Islas Canarias es un monumento a la clase política que hemos padecido en Lanzarote y en Arrecife los últimos lustros. Un monumento que simboliza y representa lo que ésta ha sido y sigue siendo para todos los ciudadanos: Un peligro público y un insulto a quienes les votamos y les pagamos. No hay excusas que justifiquen lo que muestran las imagenes que pueden ver a lo largo de este artículo.
¿Cómo puede Cándido Reguera argumentar la subida de sueldos que concedió a Pedro de Armas y a Antonio Machín mientras nuestra ciudad luce de esta guisa? Hasta la una de la mañana prolongaron el último pleno, pero no para solucionar los problemas de la ciudad, eso no, sino para solucionar los suyos. Porque es para eso para lo que están ahí. Es para eso para lo que han estado casi todos.
Si se lo curraran podríamos entenderlo. Si Arrecife tuviera un aspecto distinto, si fuera una ciudad por la que poder sentirnos orgullosos, bien estaría que nuestros políticos ganasen un poco más. Si su gestión fuera buena, si su labor fuera objetivamente aplaudible, entonces sí. Pero por aquí no funcionan las cosas así. Pedro de Armas, del PNL, y Antonio Machín, del PIL, vieron incrementados sus salarios no por ser buenos gestores o como premio a un gran trabajo, sino a modo de compensación por permitir que Cándido Reguera sea alcalde gracias a sus respectivas fuerzas políticas. Eso es lo que hay.
Esa barandilla, tristemente parcheada con unas barreras amarillas del Ayuntamiento, lleva meses así. Los anteriores no hicieron nada, y los de ahora tampoco. Cualquiera se imagina lo que haría un político realmente comprometido con la ciudad que dice querer sacar adelante, y lo menos que piensa es que se recorrerá las calles con un fotógrafo para arreglar, antes que nada, aquellos desperfectos que más saltan a la vista, que más vergüenza dan. Sin embargo, ¿qué hizo Cándido Reguera? Reunirse con Cortezo y hablarnos de iconos, para seguidamente subir los sueldos a uno del PNL y a otro del PIL. ¿Qué más han hecho? Ah, sí, comentarnos que van a privatizar el transporte público. ¿Pero en qué mundo viven ustedes? Patéense las calles señores, miren a su alrededor, salgan de sus despachos y observen un poco. Ahí fuera hay una ciudad que necesita ser gestionada, y ustedes no lo están haciendo.
Lo más vergonzoso es que nos llegarán tres o cuatro meses antes de las elecciones y arreglarán todo esto. Dejarán el parque como una patena, tratándonos de idiotas redomados.
También es verdad que los políticos no son los únicos responsables. La mayoría de esos destrozos han sido provocados por chiquillajes que quedan para beber allí. Ese es un problema en el que se conjugan la mala educación y una rebeldía que no sabe expresarse de otro modo. Pero también se puede, y se debe, actuar ahí. Existen infinidad de herramientas para proteger los espacios públicos del vandalismo, y no todas son de tipo represivo. Saber elegir y manejar esas herramientas es una potestad puramente política, y si no se sienten capaces o creen que no pueden hacerlo ya saben qué es lo que toca. Irse y dejar el sitio a otros.