Mientras la sociedad civil ahoga sus penas en el facebook, entre galletita y galletita se van filtrando pedazos de una realidad que está ahí por más que no queramos y que nos afecta, y mucho, por más que la neguemos.
Tres alcaldes de tres municipios distintos van a declarar en calidad de imputados los próximos días, uno por cada partido de los tres que más votos tuvieron en las últimas elecciones. PIL, CC y PSOE. Mientras tanto, CC y PSOE siguen mareando perdices, sin llegar a un acuerdo que garantice ese mínimo de estabilidad necesario para que la noticia, de una vez, dejen de ser ellos y empiecen a serlo sus políticas.
A muchos nos gustaría que esto no tuviera nada que ver con nosotros. Cosas de políticos que viven en sus particulares mundos sectarios, donde todo queda reducido a la mínima expresión: «Ellos malos, nosotros buenos». Pero pasa que esta gente es la que decide cuándo y cuánto se invierte en nuestras comunidades. De qué manera y con qué detalle.
Arreglar aceras, mejorar los parques, garantizar el suministro de agua, la recogida de basura, el transporte, la electricidad, la seguridad…, todo ese tipo de cosas tan normales y tan necesarias en nuestro día a día dependen de esos imputados, esos que discuten todo el santo día, esos incapaces de llegar a acuerdos, esos de los que no queremos saber nada.
Así pues, podemos seguir haciendo como que la historia no va con nosotros, convirtiendo nuestra pasividad y pasotismo en una especie de carta blanca para que ellos sigan en sus trece, o podemos expresar nuestra repulsa de un modo u otro.
Hace unas semanas ciertos jóvenes convocaron una serie de reuniones para intentar mover cosas. Fueron los cuatro gatos de siempre, y a los otros «de siempre» no les costó demasiado desactivar el movimiento bajo la tradicional consigna «están manipulados». Realmente esos «de siempre» no necesitan currárselo más. Es tal nuestra desidia y nuestra falta de ganas que basta con sembrar la mínima sombra de duda sobre cualquier cosa que se haga para que todos nos quedemos en casa. Así de fácil les resulta.
Pero ya va siendo hora de agitar conciencias y borrar camuflajes. Las redes sociales no sólo están ayudándonos a evitar una realidad que no nos gusta, también están sirviendo para conectarnos y para favorecer que un nuevo comienzo sea posible. Es importante que todos tengamos una idea de quién es quién en la isla, que la información circule, esa información que ha sido convenientemente oculta durante décadas. Quién está detrás de qué, por qué unos dicen unas cosas y otros dicen otras, qué clase de intereses mueven a estos o a aquellos: Información. La información es el agua y el abono. Nosotros, en cuanto individuos capaces y potencialmente enormes, hemos de poner el resto.
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