Cualquier persona que desee dar de alta el servicio del agua en su local o domicilio debe pagar a Inalsa 460 euros de entrada, a parte del precio por consumo, no precisamente barato. Y, como es sabido, en Lanzarote no hay más opciones si quieres tener agua. Se trata de un precio desorbitado que no se corresponde en absoluto con el trabajo realizado, pues tal gestión consiste en poco más que escribir unas líneas en un ordenador para que empiece a fluir el agua en la dirección indicada. Un precio abusivo que la empresa todavía pública se puede permitir dada la situación de monopolio que mantiene en la Isla.
Deuda Millonaria
La deuda de Inalsa supera los 40 millones de euros actualmente, lo cual equivale a unos 400 euros por lanzaroteño, contando niños. ¿Cómo es posible que una empresa pública en situación de monopolio alcanzara tamaña deuda? Los lectores se lo pueden imaginar. ¿Mala gestión? No, la palabra es otra: corrupción. Simple y llanamente. Inalsa fue desde prácticamente su nacimiento el recurso favorito de los políticos que deseaban conseguir dinero para ellos mismos, o para sus partidos. El modus operandi siempre era el mismo: emitir facturas por obras, reparaciones o renovaciones que realmente nunca se realizaron, a cuenta de Inalsa… o sea, a cuenta de todos nosotros. Un «truco», ese de emitir facturas por servicios no realizados (y luego desviar el dinero a cuentas corrientes particulares) que siempre ha funcionado muy bien a los corruptos de Lanzarote, y desde luego no solo con Inalsa.
Enganches ilegales
Pero la de las facturas falsas no es la única clase de corrupción que ha hecho de Inalsa lo que es hoy. Los enganches ilegales, a menudo perpetrados por los mismos trabajadores de la empresa, también suponen una derrama importante, pues hablamos de millones de litros que cada año son consumidos, millones de litros que han de ser abonados por quienes sí pagan religiosamente sus facturas.
Tuberías obsoletas. Pérdidas que llegan al 50%
Un tercer factor, en realidad bastante relacionado con los anteriores (especialmente el primero), que ha influido en el desastre Inalsa, es la situación de deterioro en que se encuentra, en general, la red hidráulica. Y es que cada vez que se emitía una falsa factura por renovaciones de material que realmente no se producían, o se producían con materiales de mucha peor calidad de lo que se pagaba por ellos, lo que se hacía era hipotecar el futuro de la red… a costa, como siempre, del contribuyente.
La solución de los administradores: cobrar más por el agua.
Y es así como hemos llegado a la situación actual. Inalsa está hoy intervenida, los políticos que alguna vez formaron parte de su Consejo de Administración fueron embargados. Pero los administradores concursales, cobrando un dineral, no han sido capaces de encontrar mejor solución que subir los precios, para que el expolio y la corrupción de todos estos años acabemos pagándola quienes menos responsabilidad tenemos, los usuarios en general. Así nos encontramos con esperpentos como esos 460 euros por escribir cuatro líneas en un ordenador.