Seguramente para la mayoría de lectores de Lanzarotelandia, Jaime Puig es alguien que no necesita ningún tipo de presentación. Periodista de referencia en la isla, ha estado vinculado a medios como Radio de Lanzarote, La Voz de Lanzarote (semanario escrito), La Voz de Fuerteventura, La Provincia, Antena 3 TV, Antena 3 radio (luego Cadena Ser), Archipiélago TV, Televolcán, Archipiélago TV, Localia… y algunos otros, tanto en Cataluña como, sobre todo, aquí. Es, pues, alguien que conoce el negocio de los medios de comunicación locales como nadie. Un hombre que a fuerza de redactar y narrar noticias día tras día ha llegado a comprender, de forma general, a los habitantes de Lanzarote hasta niveles bastante íntimos. Es precisamente ese conocimiento profundo, fruto de la experiencia, aderezado de cierta dosis de honestidad que el cotidiano contacto con tanta podredumbre no ha conseguido dinamitar del todo, lo que hace de Jaime Puig un aliado imprescindible para las jóvenes generaciones que pretendan construir un Lanzarote mejor partiendo de lo que hoy somos. Les dejamos con la entrevista que tuvo a bien concedernos para abrir esta nueva sección de la web, por la que esperamos pasen la mayoría de comunicadores de la isla.
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Pues ni idea. Supongo que tiene que ver con que todo lo que digo públicamente es porque realmente lo pienso así. No actúo ni engaño. Antes de mentir o traicionarme, callo. Y quizá mis opiniones se acerquen a las de la mayoría.
Puede que haya algún mal imitador, pero nada de aventajados discípulos.
La constancia. La obsesión por saber todo lo que hay que saber de cualquier historia. Tratar de estar bien informado, en definitiva.
El «periodismo» no ha podido denunciar ningún desmán porque ha sido cómplice en la mayoría de ellos. Creo que no descubro nada si digo por qué se ha callado muchas veces o, al contrario, por qué se ha denunciado con vehemencia en otras. Y las cosas en la isla se han hecho mal, claro, muy mal. La prueba está en que a unos pocos les ha ido bien, muy bien.
Circunscribiéndonos al «contexto Lanzarote». Es que me revienta que se carguen las tintas contra el pobre desgraciado que se mata por mil euros y que aquí, allá o acullá está condenado a seguir la «línea editorial» del medio para el que trabaja. El País es progresista y sus periodistas saben darle el enfoque preciso, el ABC conservador y sus trabajadores saben darle el enfoque preciso. Porque hay coherencia, al fin. Los periodistas que ejercemos en la isla sólo hemos tenido la mala fortuna de que la línea editorial de los medios de aquí ha sido la peseta, antes, y el euro, ahora. Y una falta de coherencia tal que ha parecido que en ocasiones seamos progresistas, al día siguiente conservadores y al tercero nacionalistas. Pero sólo hemos tratado de ir tirando. Para llegar a la categoría de mercenario hay que estar mucho mejor pagado.
Para mí internet ya es el medio de comunicación de referencia. ´Me tranquiliza saber que me bastan un par de «clics» para ponerme al día y leer, escuchar y ver lo que ha pasado o lo que busco. Sea la hora que sea y esté donde esté. No sé lo que ocurrirá dentro de una década, pero sí sé lo que no me gustaría que ocurriera y es que desapareciera la prensa escrita. Para el que gusta de estar informado pocas cosas son comparables al placer de leer un periódico sintiendo el tacto de sus hojas y el ruido característico al pasarlas. Alguien que sabe de esto me dijo recientemente que una opción para que no desaparezca la prensa escrita es la posibilidad de ofrecer periódicos «a la carta». Ir al kiosko cada mañana a recoger el diario que tú has elegido, con las páginas de internacional de El País, de deportes del AS, de economía de Cinco Días, etc…aprovechando los recursos del mismo grupo mediático. Puede ser interesante.
Sinceramente no. Y tampoco les hace ninguna falta. Lanzarote todavía aporta más votos procedentes del teleclub y del tanatorio que de internautas.
Los que hayan llegado hasta aquí no precisan que yo les diga nada. Sería ofenderles. Ojalá ustedes encuentren el hueco y contribuyan a hacernos a todos intelectualmente más ricos.
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