Justicia, o al menos un juez, para José Morales

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El pasado viernes se produjo en Arrecife un hecho sin precedentes en esta isla. Una concentración, como tantas otras pacíficas, en apoyo del pueblo saharaui, finalizó con un miembro de la Policía Nacional vestido de paisano apuntando con su arma de fuego hacia varios de los manifestantes. Desde ese día hasta hoy he logrado contactar con al menos una docena de personas que por alguna razón se encontraban en las inmediaciones de la calle Real, donde se produjo el altercado –concretamente en una de sus transversales-, a una hora en la que, en estos días de verano, aun reluce el sol y el  chiquillerío corre entre la plaza de la Iglesia y el Viejo Cabildo mientras padres y madres compran lo poco que la crisis permite en la principal arteria de esta pequeña y habitualmente tranquila ciudad.

La docena de testigos con que he hablado coinciden en que aquella tarde Arrecife seguía siendo Arrecife, con la chiquillería, las pocas compras por la crisis, y además, un poco de movimiento reivindicativo causado por los miembros del colectivo saharaui, que estaban a un lado de la calle, y casi al frente, una asamblea de la plataforma “Democracia Real Ya” dando color a la estampa.

Las personas con las que hablé el mismo sábado por la mañana andaban sorprendidas y con la incredulidad calándoles la conciencia: habían visto a un tipo con un arma de fuego en ristre. Y los tipos con armas de fuego, aquí al menos, llaman mucho la atención. Al individuo se lo habían llevado escoltado dos policías locales después de que se refugiara en el bar Gernika –qué cosas- después de un rifirrafe con un grupo de prosaharauis que le reprocharon estar sacando fotografías, sin saber si eran para informar al régimen que apisona a su pueblo.

De hecho, muchas de las personas a las que consulté en la mañana del sábado creían aun que podía tratarse de un agente marroquí o al servicio de Marruecos… pero sobretodo, unos y otros coincidían en que lo realmente raro, inusual, grave y que les mantenía con la incredulidad minándoles la conciencia era el tema de la pistola. En cualquier caso, que una parte importante de los allí presentes siguiesen pensando horas después del rifirrafe que aquel era un individuo ajeno a la policía española da que pensar, porque la gente ya va controlando que las placas identifican a los agentes de las fuerzas de seguridad… pero las pistolas, por lo inédito, se prestan a la elucubración.

Para quien no lo sepa, el incidente se originó cuando el policía de paisano, habitual junto a su cámara de fotos en diversas manifestaciones del colectivo saharaui, se entretuvo fotografiando en primer plano a hombres, mujeres y niños. En un determinado momento José Morales Brum, quien por lo que sé ha estado presente la práctica totalidad de manifestaciones a favor del pueblo saharaui en los últimos dos años, decide retratar a aquel individuo del que solo se sabía que iba con gafas de sol, gorra, ropa oscura y cuerpo ancho.

Al intentar José Morales fotografiar al insistente fotógrafo, este fue a arrebatarle la cámara, hecho que inició el altercado. Algunas fuentes consultadas consideran que por mucha gafa de sol, gorra, ropa oscura y cuerpo ancho que se tenga no están los aparatitos digitales para dejarlos escapar por las buenas. Hubo entonces barullo, reproches y tensión, y en vez de la placa el tipo sacó una pistola, antes de meterse en el Gernika –qué cosas- a donde fueron a buscarlo varios agentes locales.

José Morales fue una de las personas que denunció el inédito acontecimiento, tanto el intento de sustracción de la cámara de fotos, no tan raro en los tiempos que corren, como el amenazante gesto con la, por lo inusual, inquietante pistola.

Las denuncias fueron cruzadas, porque alguien también denunció a Morales por atentado contra la autoridad. Morales tuvo menos suerte que el de la pistola, tal vez por no tenerla, y de la denuncia contra él se derivó su detención el mismo sábado por la tarde en la calle José Antonio Primo de Rivera –qué cosas- de Arrecife por parte de un policía de paisano que lo condujo a la comisaría de policía en cuyos calabozos pasó la noche.

El domingo  por la mañana fue llevado de la comisaría al juzgado de guardia donde declaró y salió en libertad con cargos de atentado contra la autoridad. Morales no sabe aun quien es el denunciante. Tampoco ha podido llevar a ningún testigo que alegue en su favor y por lo pronto el juicio no tiene fecha. Solo se han abierto diligencias, y que sea lo que Su Señoría quiera.

Sin embargo hoy lunes a Morales le ha llegado, con membrete del Ministerio del Interior y de la Dirección General de la Policía –Comisaría de Arrecife- una denuncia en la que se le achaca una infracción administrativa grave y muy grave contra la seguridad ciudadana. Según la Ley Orgánica 1/92 esto podría acarrearle su expulsión del Estado español donde reside desde hace 7 años porque es extranjero, nacional del Uruguay, un país latinoamericano cuya capital fundaron varias familias canarias.

Para que esto sea así la Policía y el Ministerio del Interior han tenido, y tendrán que seguir haciéndolo, que actuar como juez y parte. Denuncian, achacan infracción grave y muy grave y podrían sancionar expulsando a José Morales. Del parte de la denuncia se extrae la versión policial, en la que se dice que Morales gritó “policía opresora, policía asesina”, hizo gestos con la mano y se avalanzó hacia los agentes”, todo redactado en un español sin comas.

El artículo que se le aplica es el 23, agravado por el 24 de la ley orgánica de Seguridad Ciudadana, para lo cual debería haber “atentado contra la salubridad pública, se hubiera alterado el funcionamiento de los servicios públicos, los transportes colectivos o la regularidad de los abastecimientos, o se hubieran producido con violencia o amenazas colectivas”. Distintas fuentes señalan que las pocas guaguas con las que cuenta Arrecife seguían circulando en aquella tarde normalita de sol poniente, chiquillería y compras. Los servicios públicos seguían malfuncionando e INALSA preparaba un nuevo corte de agua, pero nadie ha podido asegurar con certeza que José Morales estuviese detrás de esto último.

Ante esto, ya que no está la Justicia para pedir, al menos sí reflexiono:

¿Qué prisa tiene el Ministerio del Interior y la Policía en actuar sobre un caso que ya lleva el juzgado de instrucción número 2 de Arrecife, eximiendo unas faltas que, casualmente llevan a la expulsión de un ciudadano extranjero? ¿Qué tal si al ciudadano Morales se le permite el beneficio de la duda? ¿Qué les parece si es un juez el que determina si es Morales culpable de lo que se le acusa? ¿Por qué no mantenemos viva la memoria de Montesquieu, y con ello todo el sistema de valores que sustenta la contemporaneidad, incluida la separación de poderes, y evitamos que la policía, que está implicada en el asunto, sea la que denuncie, resuelva, achaque y sancione mediante el Ministerio del Interior al que pertenece? ¿No sería más seguro, no para Morales, sino para todos, que se deje hacer a la justicia su trabajo, y que no se inicien más actuaciones desde instancias controladas por el poder político que las que ya llevan a cabo los tribunales?

Y sé que Morales, a quien conozco, es un tipo curioso, predispuesto, siempre metido en mil y una causas, en demasiadas según muchos… pero, a pesar de ello ¿No estaría bueno que alguien independiente, tal vez un juez, dilucidase sobre las acusaciones cruzadas entre él y el tipo de la pistola en ristre, del que no conocemos su carácter, ni si es predispuesto, ni en qué causas anda metido, aparte de fotografiar a manifestantes?

P.D.: Vean que entre las noticias del día ya no aparece el hecho que a los viandantes resultó inédito el viernes. Fíjense que se habla mucho de José Morales pero nadie parece acordarse ya de lo insólito de la pistola. ¿No fue aquello lo que enrareció la típica estampa de un Arrecife que hasta entonces seguía siendo Arrecife, con su chiquellerío, sus compras y su tranquilidad? ¿Nos quieren hacer ver que el tipo de gafas de sol, gorra, ropa oscura, cuerpo ancho y pistola en ristre no es el elemento extraño, sino normal? Qué alivio el de la Policía y los representantes del Estado, que se ahorran así muchas explicaciones y el inicio de las correspondientes investigaciones sobre qué hacía el agente luciendo pistola por el centro de Arrecife, cosa que nunca vendrían mal en un presunto país con libertades avanzadas.

P.P.D.: ¿Vieron lo de Gernika y José Antonio Primo de Rivera? Qué cosas, parece que hasta los letreros señalan que hay historias que siguen vivas por muchas de nuestras calles.

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