Ayer viendo un reportaje sobre la ”Semana de la Moda de Madrid” escuché a una periodista decir que este año la crisis económica también se subía a la pasarela en forma de materiales reciclados, una tendencia-decía la reportera- que demuestra que los diseñadores no viven en una burbuja. Al principio la observación me pareció un cliché más que trillado pero por otro lado empecé a darme cuenta de que si la moda es una forma de cultura y de expresión contemporánea, es importante resaltar que la tendencia, incluso entre los que puedan considerarse más frívolos y vanidosos, es la de la sostenibilidad, es decir, crecer sin provocar un gran impacto. Y no ya únicamente, porque estos diseñadores tengan más sensibilidad, sino porque existe una clientela dispuesta a exigir, por ejemplo, marcas ecológicas textiles. Si poco a poco nos vamos acostumbrando a mirar la información nutricional de los productos alimenticios que compramos, ¿Por qué no hacerlo también con la ropa? Por cierto, la UE tiene una ecoetiqueta para identificar este tipo de producto textil.
La tendencia “eco” que consiste en hacer ver que en lo sencillo y ecológico puede haber un plus de dinamismo, comodidad y diseño está comenzando a ser una vía rentable por la que apuestan muchos diseñadores. Ya se está empezando a cultivar algodón ecológico de diferentes colores, se tiene más en cuenta el mercado justo, permitiendo al agricultor y al productor artesanal ganar un salario digno, y se trabaja en el concepto de producir calidad con el menor impacto medioambiental posible. En la ropa se encuentran muchas sustancias químicas y nocivas que pueden perjudicarnos y por eso el que se hayan establecido alternativas encaminadas a una moda ética es un avance que hay que aplaudir. Gossypium, El Naturista, Ecozap, Mandacaru o Intrépida Mu son algunas marcas que merecen este reconocimiento.