La falta de transparencia

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transparenciaFernando Marcet Manrique

Lo que ha pasado con el «kilo solidario» no es sino la corroboración de lo que muchos llevamos denunciando hace tiempo: La falta de transparencia imperante en nuestras instituciones es el alimento que engorda la desidia y la incompetencia, cuando no directamente la corrupción. Mientras las administraciones no ofrezcan de una forma ordenada, clara e instantánea, un pormenorizado desglose de todo aquello que van haciendo con el dinero público, la tentación de meter la mano va a seguir ahí. Y esa es una tentación muy poderosa.

Cada proyecto, cada partida presupuestaria, cada adjudicación, cada contratación, cada mínimo dispendio, debería constar en un espacio público de libre y sencillo acceso. ¿De verdad quieren participación ciudadana? Empiecen por ahí. Si se molestaran en informarse un poco, sabrían que lo último que quiere ver un ciudadano cuando entra en una web de Participación Ciudadana, es el rostro satisfecho del político de turno. Lo último.

Hagan el esfuerzo de hacer públicas las cuentas.. . eso sí sería creíble, eso sí sería eficaz. Normalmente, al hablar de Participación Ciudadana, uno piensa en la ciudadanía como único agente activo en este tema. Es decir, se trata de que los ciudadanos participen, y si ellos no quieren participar, por pasotismo o por lo que sea, no hay nada que hacer. Pero ese es sólo un aspecto de la participación ciudadana, y seguramente el menor, al menos según lo entiendo yo.

La verdadera participación ciudadana se cimenta desde las instituciones cuando estas realizan el esfuerzo de abrirse al gran público. En la medida que esta apertura sea más o menos sincera, más o menos ambiciosa, se podrá demandar a la gente que participe y se involucre, pero no antes. No les falta razón a todos esos que echan pestes contra los socialistas por ser los primeros en hablar de transparencia y de participación, pero los últimos a la hora de pasar de los hechos a las palabras. Sin embargo yo no generalizaría, porque el término «los socialistas», engloba a mucha gente metida en un partido político con un número enorme de integrantes en sus filas. En cualquier caso, aquí no se trata de arremeter en exclusiva contra unos u otros. La falta de transparencia en las administraciones públicas lanzaroteñas ha sido una constante siempre y con todos los partidos políticos gobernando. Y los hechos son que mientras se siga concibiendo eso de la participación ciudadana como un mero brindis al sol publicitario, los «kilos solidarios» y las «operaciones uniones» seguirán siendo la tónica.

Porque donde existe la tentación existe la falta y sólo cuando se erradique la posibilidad de que un político o funcionario cometa irregularidades, porque todas sus decisiones y actos son públicos, estaremos todos tranquilos y seguros de que nuestro dinero lo podrán usar equivocadamente, pero nunca podrán robarlo. Hoy en día existe tecnología de sobra como para que la transparencia absoluta deje de ser una utopía. Lo único que hace falta es voluntad política para pasar de las buenas palabras a los hechos. Y por mi parte tengo bastante claro que esa voluntad no va a aparecer por obra y gracia de espíritu santo alguno.

Sólo cuando los ciudadanos empecemos a demandar transparencia, habrá transparencia, sólo cuando dejemos de entregar nuestros votos en función de intereses egoístas, poniendo la transparencia como un valor importante a la hora de votar en un sentido u otro, ésta será una realidad. O sea, como siempre, no se trata únicamente un tema de «oh, qué malos malisimos que son nuestros políticos», sino un tema de «oh, que chungos que somos todos, que tenemos lo que nos merecemos».

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