El Cabildo de Lanzarote se ha gastado 2,3 millones de euros en abogados durante los últimos 18 años (desde 1997). Es una cantidad importante, pero cabe preguntarse si es el precio que ha tocado pagar para parar los pies, aunque sea parcialmente, a esa mafia especuladora que, si por ella hubiera sido, lo habría llenado todo de macro hoteles y grandes edificaciones, dejándonos un panorama similar al del sur de Gran Canaria o de Tenerife.
Aun así, en Playa Blanca se hicieron grandes desastres, porque fue allí donde la mafia concentró su actividad, gracias a la complicidad de alcaldes caciques que comían de su mano a cambio de importantes comisiones. Se saltaron las normas y las leyes, construyeron hoteles ilegales y complejos urbanísticos sin ningún control.. así que hubo que pagar abogados. ¿Fueron los mejores abogado posibles? ¿se les contrató mediante procedimientos honestos y no por amiguismo o afinidad partidista? ¿cobraron precios justos? Esas son otras cuestiones, que también es legítimo plantearse… pero sin dejar de tener en cuenta que es normal que la isla de los imputados sea también la isla de los abogados. Y sin perder de vista que este debate superficial sobre procedimientos y sueldos, oculta otro de fondo que se remonta a muy atrás.
En este conflicto que mezcla a políticos, instituciones, empresarios turísticos, medios de comunicacón y abogados, hay dos letrados que ilustran el enfrentamiento como nadie. Felipe Fernández Camero y Agustín Domingo Acosta. El primero es el abogado de cabecera de los grandes empresarios turísticos de la isla, el defensor de los devoradores de territorio. El segundo, por su parte, es el que ha sido contratado casi siempre por el Cabildo para defender dicho territorio de la construcción incontrolada y salvaje.
Hablamos de un enfrentamiento enconado y perpetuo que se remonta a varios lustros atrás. Es muy lógico que un empresario como Rosa (cuyo abogado es Camero) mueva cielo y tierra para debilitar a Agustín Domingo Acosta y a todo ese sector que le ha impedido construir y expandirse como él habría querido, y que en ese sentido de instrucciones precisas a su protegido, Pedro San Ginés, para quitarse de en medio a uno de sus aliados en el Cabildo, como es Lepoldo Díaz. Como es hasta cierto punto normal que Agustín Acosta se sirva de los medios de comunicación que tienen sus hermanos para hacer frente a sus antagonistas.
Luego cada bando cuenta con apoyos puntuales de actores secundarios, que entran y salen de escena de tanto en cuando. Es el caso de Domingo García, que al denunciar el procedimiento de contratación de Agustín Domingo en Arrecife se ha convertido en un aliado puntual del sector Pedro-Rosa-Camero.
Las preguntas que se hace Domingo, y su partido AC, son normales: ¿por qué siempre se contrata a Agustín Domingo y por qué cobra lo que cobra? Es un debate que obviamente interesa a personajes como Jorge Coll, empleado estrella del empresario Rosa, pero aun así es un debate que es normal plantear.
En cualquier caso aquí de lo que se trata es de poner las cartas sobre la mesa y de hablar claro. ¿De qué va esto? ¿De sueldos y procedimientos de contratación? ¿O de una guerra entre dos sectores con dos visiones de Lanzarote muy diferente y que usan cualquier excusa para debilitarse mutuamente? ¿Hasta cuándo va a durar esto?
Es obvio que si me dan a elegir, yo me quedo con el sector que lleva décadas enfrentándose a Rosa-Camero, porque sinceramente para mí este último es un sector compuesto por psicópatas de manual. Pero es una adhesión que no mantengo con total convicción ni a cualquier precio. Porque tengo la impresión de que este enfrentamiento perpetuo resulta muy lucrativo. ¿Qué pasaría si de la noche a la mañana desaparecieran Camero, Rosa, Coll, Pedro San Ginés…? ¿Qué pasaría si ya no hubiera especuladores contra los que pleitear? ¿ni querellas que presentar? ¿ni territorio que defender? ¿ni imputados a los que defender? ¿A qué se dedicaría Agustín Domingo Acosta? No me gusta que sean siempre los mismos los que salgan beneficiados. No me gusta que se hayan hecho ricos de ese modo. No me gusta que exijan adhesión incondicional porque los de enfrente son unos psicópatas, que lo son. Lo que quiero es que acabe esta guerra eterna de una vez y se zanje con un Plan Insular que no deje lugar a dudas acerca de lo que se puede hacer y donde se puede hacer. Y que esta isla deje de ser tanto la de los imputados como la de los abogados.