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Si mañana llegara un extraterrestre a Lanzarote, absolutamente ajeno a militancias o ideologías terrestres, un ser políticamente neutro como ningún otro podría serlo, y convocara a los lanzaroteños a una reunión en la que se dilucidara nuestro futuro colectivo desde el rechazo sistemático a cualquier práctica corrupta… ¿quiénes acudirían a tal reunión?

Permítanme que responda esta pregunta a partir de lo que mi experiencia me dicta.

En primer lugar, suponiendo que nadie conociera la naturaleza alienígena del convocante (pues tal información atraería a mucho curioso que no viene al caso contabilizar), no iría demasiada gente.

Estarían ahí básicamente los de siempre. Al menos la mitad de los asistentes serían militantes de partidos políticos, destacando dos: Alternativa Ciudadana y PSOE. También habría alguno suelto de CC, del PP y del PIL. Nadie del PNL. La otra mitad estaría formada por esa amalgama de individuos inquietos a los que se suele ver en todos los fregados de este tipo. Guerrilleros del asociacionismo, ciudadanos inquietos, víctimas directas de la corrupción, gente comprometida, algún chupacámara…, en fin, los acostumbrados.

Recordemos, hablamos de una reunión que tendría el rechazo a la corrupción como punto de partida desde el que construir un futuro para Lanzarote. Y la mitad de los asistentes, tal vez más, serían personas afiliadas a esos partidos políticos que hicieron de la corrupción (por acción o por omisión) el pan nuestro de cada día. Muchos, como digo, seguramente la mayor parte incluso, serían del PSOE, uno de los partidos que siempre ha estado ahí, gobernando con unos o con otros.

Voy más allá. Si hubiera una segunda reunión, probablemente a esa ya no acudirían ni los de Alternativa (que rechazarían estar en un mismo foro en el que hay socialistas), ni los del resto de formaciones políticas, que considerarían aquello un burdo instrumento de manipulación ciudadana más, por el simple hecho de que los del PSOE fueran mayoría.

Ahora bien, ante esto, las preguntas que yo me hago son las siguientes: ¿Por qué más de la mitad de los asistentes a la primera reunión serían militantes? ¿Por qué habría tantos militantes de una de las fuerzas políticas más salpicadas por la corrupción destapada a raíz de la Operación Unión? ¿Por qué tantos del PSOE y tan pocos de CC o del PP, por ejemplo?

Aventuraré algunas respuestas.

En cuanto a por qué tantos militantes: En primer lugar hay que tener en cuenta que la militancia política es, o debería ser, el destino lógico de todas esas personas con inquietudes y ganas de mejorar el espacio colectivo a base de activismo social. Y recalco lo de «debería ser», pues sabemos que demasiadas veces las personas que acaban militando en partidos políticos no lo hacen por activismo o por inquietud de ningún tipo más allá que la de salvaguardar sus propios intereses. No obstante, aún así, en los partidos políticos sigue habiendo más gente con ganas de cambiar y mejorar las cosas que en ningún otro sitio. La mayoría de la población, simplemente, pasaría de acudir a una reunión de este tipo. No le interesaría. Preferirían dedicar su tiempo a cualquier otro asunto, antes que ir a una reunión coñazo en la que discutir con otros algo tan «intrascendente» como el futuro de todos. Por eso habría tanto militante.

¿Por qué tantos del PSOE? Primero por pura estadística. El PSOE es el partido con más afiliados, simpatizantes y militantes de la isla, así que suponiendo que a una reunión de este tipo acudieran 1 de cada 100 militantes de todas las fuerzas políticas, entonces por narices habría bastantes más del PSOE que de ningún otro color político. Segundo porque el PSOE, aunque hoy diste mucho de ser lo que fue allá cuando el franquismo tocó a su fin, sigue siendo un partido que atrae a gente con ese puntito romántico, idealista… y por qué no decirlo, también ingenuo. Normalmente estas personas salen por piernas en cuanto ven lo que es realmente el PSOE de Lanzarote, pero otros se quedan, bien porque no ven lo que no quieren ver, bien porque tienen la esperanza de que su lucha desde dentro acabe cambiando las cosas y devolviendo al PSOE su naturaleza perdida. Pero todavía existe un tercer motivo. Y es que el PSOE, desde su ruptura con el PIL, quiso trazar una línea clara entre los corruptos y los no corruptos. Fue el primer partido en expulsar sin dilación a los imputados (las excepciones que hicieron con Rubén y Enrique emborronaron tal determinación), rompieron con el PIL y se posicionaron como un partido que no necesita esperar a que la Justicia se pronuncie dentro de los años que sea, sino que asume y pide a otros que asuman responsabilidades políticas inmediatas ante la gravedad de lo que se va destapando. ¿Lo hicieron por convicción o por pura estrategia? Difícil saberlo, el caso es que lo hicieron, y haciéndolo legitimaron a sus militantes y afiliados. Les permitieron poder acudir sin complejos a eventos anticorrupción como el que hemos expuesto en nuestro ejemplo.

Este cúmulo de circunstancias nos lleva a lo dicho, a que cuando se convoque un acto contra la corrupción en Lanzarote sean mayoría los del PSOE. Se trata de un problema, sin duda, porque tal circunstancia repele a otras personas y da la excusa perfecta tanto a los corruptos como a sus medios para desacreditar el incipiente movimiento. Pero es un problema que no se resuelve negando su presencia a los socialistas, sino incentivando a gente de otros partidos para que ellos estén ahí también. En ese sentido, me parecen fundamentales los apoyos puntuales de Astrid Pérez y de Antonio Barambio al manifiesto. Algunos verán en tales gestos un mero paripé… pero no lo son. Precisamente porque sus respectivos partidos contradicen, hoy por hoy, la voluntad que ellos manifiestan firmando el escrito, es por lo que hay que dar mucho más valor a su osadía. No nos interesa que la lucha contra la corrupción sea monopolio de un sólo partido o un grupo de ciudadanos, lo que interesa es que todos vayamos cambiando el chip para dejar de justificar e incluso incentivar prácticas que todavía tenemos asimiladas como si tal cosa. Necesitamos involucrar a la mayor cantidad posible de gente, lo peor que nos podría pasar es que tras el proceso de purga que estamos experimentando nuestra sociedad quedara permanentemente polarizada entre paladines de la anticorrupción y justificadores de la misma.

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