La Opinión de Lanzarote, sin ser un digital de noticias, es hoy por hoy otro de los medios importantes en la isla, al menos en el ámbito web.
Se trata de un blog dedicado, exceptuando fotografías y vídeos ocasionales, a recoger y ofrecer opiniones en torno a toda clase de temas, no necesariamente circunscritos a la isla de Lanzarote. Bien es verdad que su órbita gravita alrededor de la crítica política (insular, regional, nacional e incluso mundial), pero entendida esta en el sentido más amplio del concepto. Vamos, que no ciñen sus contenidos a los políticos y sus partidos, sino que tocan asuntos como el medioambiente, la educación, relaciones sociales, urbanismo…, en fin, todo aquello que tiene que ver con el hombre como animal político.
Seguramente hablemos del medio de comunicación más independiente, y desde nuestro punto de vista necesario, de Lanzarote. En parte sucesor, o más bien continuador, de una revista impresa que constituyó un hito en la isla, cual fue «Cuadernos del Sureste» (en sus primeros números denominada «Cuadernos del Guincho»). Eso sí, salvando las distancias y teniendo claro que ni todos los que colaboraron o escribieron alguna vez en los Cuadernos son los que escriben en La Opinión, ni el formato digital, mucho más dinámico pero bastante menos riguroso, es el mismo.
Por ahí podríamos, quizás, extraer su principal hándicap en cuanto espacio crítico. Hándicap, por otro lado, compartido por todos cuantos hacen opinión hoy por hoy en Lanzarote. Con unas instituciones tan opacas como las lanzaroteñas y unos noticiarios tan poco de fiar (lo segundo está relacionado con lo primero), el opinador que quiera analizar y criticar la realidad insular se las ve y se las desea para conseguir rellenar unos cuantos párrafos que manejen información mínimamente fiable y contrastada. Así que lo habitual es que dicho opinador acabe tirando de preconcepciones y recurriendo a su intuición, lo cual puede llevarle más de una vez a ser tremendamente injusto en sus consideraciones.
Algunos articulistas de La Opinión parecen haber resuelto este dilema empleando una estrategia tipo «hoy damos un poco a estos y mañana damos un poco a aquellos», repartiendo «estopa» de forma contenida y exquisitamente proporcionada, para que nadie les pueda acusar de ser «pro-estos» o «pro-aquellos». Ciertamente, todos los días nos topamos con noticias que dejan en mal lugar a unos u otros (según el medio que se lea), así que el articulista que pretenda seguir la mencionada estrategia no lo tiene demasiado difícil.
No obstante, no cometeremos nosotros el error de confundir La Opinión de Lanzarote con sus articulistas. Si algo caracteriza a este espacio, es el hecho de que cualquiera puede enviar sus artículos o participar vía comentarios, aunque no se puede negar que el peso más importante de la publicación recae sobre unos pocos articulistas fijos y habituales. Aquí justamente encontramos otro de sus puntos flacos. A lo largo de sus años de existencia no han sido capaces de sumar apenas nuevas colaboraciones que ofrezcan criterios argumentales diferentes a los expresados por quienes están en el proyecto desde el principio. Y esto, quieras que no, da sensación de homogeneidad, lo cual no ayuda a la hora de que quienes visitan la web no confundan La Opinión de Lanzarote con sus articulistas.
Otro punto importante a considerar es que La Opinión de Lanzarote no es un producto para todo el mundo. Esto no es ni bueno ni malo, es así. Hay quienes tildan la web de «excesivamente intelectual» y otros muchos que no se sienten en absoluto cómodos con un medio tan esencialmente crítico.
Sin embargo para nosotros es precisamente esto último lo que convierte La Opinión de Lanzarote en un medio imprescindible. Y es que no estamos los lanzaroteños acostumbrados a la crítica, especialmente cuando dicha crítica no procede de adversarios lógicos (contrincantes políticos o mediáticos fundamentalmente). La Opinión, como ya hiciera Cuadernos, no sabe de amigos ni de enemigos, de compañeros o de adversarios. Las críticas vertidas por sus habituales pueden ser injustas e indocumentadas (otras veces son certeras a más no poder), pero no proceden del sectarismo o del interés puntual. Poco a poco, casi sin querer, La Opinión va acostumbrando a muchos a asumir las críticas con naturalidad, y esa es una labor encomiable que no tiene parangón prácticamente en toda Canarias.
También cabe señalar la ausencia de publicidad entre sus páginas. Estamos hablando de uno de los medios importantes a nivel digital, uno de los de referencia, así que si se lo propusieran seguramente podrían conseguir buenos ingresos en ese capítulo. Sin embargo han preferido sacrificar tales ingresos, en aras de garantizar su total independencia respecto a fuerzas políticas o económicas de cualquier índole.
Concluyendo, que es todo un lujo contar con un medio así en nuestra isla, sin que ello signifique la suscripción por nuestra parte de sus artículos u opiniones. Unas veces estamos muy de acuerdo, otras veces menos y otras en absoluto, pero eso, después de todo lo dicho, es lo de menos.
Lo Mejor
– Un formato limpio y atractivo
– Su labor crítica, que resulta pedagógica
– Su grado de independencia en cuanto medio de comunicación
– Las fotos de «El Voyeur»
Lo Peor
– Pocos colaboradores con estilos parecidos
– Opiniones en ocasiones poco rigurosas