La Rocar, una historia sencilla

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Fernando Marcet Manrique

Tan sencilla que podríamos resumirla con una sóla palabra: Especulación. Eso es, simple y llanamente, lo que está pasando con uno de los espacios hoy por hoy más miserable de Arrecife y sin embargo con más posibilidades de convertirse en santo y seña de la nueva ciudad que a todos nos gustaría que empezara a ser Arrecife.

Vayamos a los orígenes. El islote del Francés, como su propio nombre indica, era una isla completamente rodeada de agua. En este artículo de Crónicas de Lanzarote podemos leer la historia tal y como sucedió de forma resumida y amena. Les extraigo un par de párrafos.

La ciudad necesitaba de un varadero para el amarre de las embarcaciones pesqueras, y fue entonces, a finales del siglo XIX, cuando “se abrió un pequeño camino” desde la costa hasta la que era la parte del islote más cercana, la antigua Fábrica de Las Nieves. Era ésta además la primera industria pesquera instalada en el ‘Francés’ en una larga historia de fábricas que desde entonces siempre han estado ligadas al islote.

Así empezó. Luego la industria fue creciendo, expandiéndose, para acabar todo en manos de la familia Lamberti, propietarios del Finca Florida. En el artículo de Crónicas el señor Trujillo defiende la interesante teoría de que al tratarse de una isla, el islote del Francés debería haber sido devuelto al Estado, sin embargo un poco más abajo (en uno de los comentarios) el señor Ramón Pérez Hernández apunta que Trujillo confunde el Islote del Francés con el Islote del Amor. Si las palabras de Pérez Hernández son correctas, y estimo que lo son, el Islote del Francés fue comprado por Rodolfo Alfonso Lamberti en los años treinta al Marquesado de Lanzarote en una transacción aparentemente legítima. Si dicha transacción incluía la cláusula de que la propiedad debía ser devuelta al Estado pasados cincuenta años es algo que desconocemos y que habría que mirar en esos archivos de Valladolid que menciona Trujillo. Digo yo que no estaría de más pagar un billete de avión para que alguien fuera a investigarlo, teniendo en cuenta la de problemas y dineros que nos ahorraríamos si la cosa fuera realmente así.

Como sea, el caso es que a mediados de los noventa la familia Lamberti decidió vender su propiedad a Jaime Cortezo por cuatrocientos millones de pesetas (unos dos millones y medio de euros), lo cual hemos sabido gracias a este significativo artículo de Manuel Riveiro, publicado en Diario de Lanzarote.

En dicho artículo, escrito en noviembre del 2007, Riveiro sostiene la hipótesis de que a Cortezo no le interesa que se derriben las naves porque ello debilitaría su posición negociadora frente al Consistorio. Personalmente no acabo de entenderlo, pero lo que sí tengo más que claro es lo que pretende Jaime Cortezo. Sacar toda la pasta que pueda.

¿Y quién es Jaime Cortezo? Acabáramos, aquí está el meollo de la cuestión.

Jaime Cortezo Massieu aparece como administrador único de la empresa creada al efecto en el año 1997, INVERSIONES EL ISLOTE DEL FRANCÉS SOCIEDAD LIMITADA. Aquí tienen el informe de dicha empresa que encontré en el portal www.enforma.com.

Inversiones el Islote del Francés tiene su sede en Las Palmas, y su objeto social es la «PROYECCION, PROMOCION Y EJECUCION DE URBANIZACIONES EN TERRENOS PROPIOS O AJENOS.»

O sea, que el señor Cortezo parecía tener muy claro qué es lo que iba a hacer cuando adquirió aquellos terrenos por cuatrocientos millones de pesetas. Urbanizarlos. Sin embargo, pasados doce años desde su fundación allí no se ha urbanizado absolutamente nada. Es más, el señor Cortezo se opone sistemáticamente a cualquier intento por derribar sus naves, paso previo indispensable para cualquier cosa que se pretenda hacer posteriormente. Es verdad que tuvo un contencioso con el Ayuntamiento, a cuenta del Plan General del 91, para dirimir si el terreno era urbano o urbanizable. Pero dicho contencioso lo ganó hace mucho. Los terrenos son urbanos, así que hubiera podido construir si le hubiera dado la gana. ¿O es que la idea del señor Cortezo era otra?

Conozcamos un poco su modus operandi habitual. En esta noticia publicada en La Provincia vuelve a aparecer el mismo Jaime Cortezo involucrado en un presunto pelotazo. O no tan presunto, juzguen ustedes mismos. Aquí tenemos más información. Primero compra a La Caja de Canarias unos terrenos en medio de un espacio natural a un precio de cinco euros el metro cuadrado y luego pretende venderlos al Cabildo por un precio de 5000 euros el metro cuadrado. En medio no hay intención de hacer ni deshacer nada. Se trata de un mero movimiento especulatorio destinado a saquear las arcas públicas.

Vamos sabiendo un poco más. Si esto era lo que pretendía hacer Jaime Cortezo en Gui Güi, ¿por qué vamos a pensar que con el Islote del Francés su intención no era exactamente la misma?

Analicemos este extracto del artículo de Manuel Riveiro:

En enero de 2000 se llevó a Boca Ratón (Palm Beach) a 60 escogidos -entre políticos, empresarios y algún plumilla para que escribiera luego la elogiosa crónica de la expedición a tierras americanas-. Los que tenían que decidir -no el plumilla- no le hicieron mucho caso, se cogió el hombre una perreta y en diciembre de ese año solicitó la apertura de un expediente para que el Ayuntamiento le expropiase los terrenos.

¿Para qué se lleva este hombre a sesenta personajes a Miami? Lo que parece evidente es que Cortezo no tiene dinero suficiente para invertir ni construir nada en el Islote del Francés. Nunca lo ha tenido. Compró los terrenos con la idea de que se los expropiaran rápidamente, de que los políticos se lo quitaran de las manos y construyeran lo que a ellos les diera la gana con sus amigos empresarios.

Jaime Cortezo no es constructor, es un inversor, un especulador de la peor especie. Son esta clase de personas las que consiguen que, al final, un espacio como el Islote del Francés quede sin desarrollar durante lustros y lustros.

Jaime Cortezo no vive en Arrecife. Ni siquiera vive en Lanzarote. Le da igual si los arrecifeños tenemos que soportar esa mole de basura por toda la eternidad. Hasta que no consiga lo que vino a buscar no soltará su presa. Y mientras tanto, nuestros políticos tirándose los trastos los unos a los otros. En vez de unirse contra el enemigo común que es Jaime Cortezo, hacen justo lo contrario.

Porque aquí lo que hay que hacer es quitar esos terrenos a Cortezo como sea. Con la ley en la mano, pero echando toda la carne en el asador. Compró esas tierras por dos millones y medio de euros y ahora nos pide trescientos… ¿es eso normal?

Pónganse en la siguiente situación. Un día viene un magnate árabe y se dedica a comprar propiedades a mansalva. Se queda con media ciudad de Arrecife. Pero resulta que este magnate se vuelve para Arabia y se olvida de sus propiedades de Arrecife, entorpeciendo con ello el normal desarrollo de la ciudad. ¿No existen mecanismos en el Estado de Derecho para evitar este tipo de cosas? Pues claro que sí, se llama proceso de expropiación. Eso es justamente lo que hay que hacer con el Islote del Francés, expropiar. Pero no pagando 300 millones por el terreno, sino mucho menos, lo cual puede conseguirse demostrando durante dicho proceso que las intenciones de Jaime Cortezo cuando adquirió las propiedades fueron meramente especulatorias. Si eso consigue demostrarse, y no parece que sea muy difícil, contento podrá irse a su casa si recibe tres o cuatro millones.

¿Qué te parece el artículo?

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