En Lanzarote, supuestamente, hay más de 15.000 parados. Un 30% de la población activa. Pero no están cuando les llamas a protestar o les invitas a asociarse. Es como si no existieran. 15.000 personas son muchísimas personas, pero uno diría que no son más que números en un papel, porque no dan señales de vida.
Lo mismo ocurre con los abstencionistas. Casi 40.000 personas con derecho a voto han pasado de votar. 40.000 personas, que se dice pronto. ¿Pero dónde están? ¿Si de verdad están disconformes con el sistema partidocrático, como parece indicar su negativa a pasar por el aro electoral, por qué no alzan su voz y salen a la calle demandando otra cosa?
¿Será todo un engaño? ¿Acaso alguien intenta convencernos de que somos muchos más de los que somos realmente? A mí la verdad es que no se me ocurre otra explicación.
Estas cifras son para que hubiera habido una revolución hace tiempo. Si toda esa gente existiera más allá de los censos en los que aparecen, digo yo que alguien los habría visto. Estarían por algún lado. Viven, se reproducen, tendrán vida social… no puede ser que no se les note ni sienta.
Puede que no sea un engaño. Puede que en realidad se trate de muertos vivientes. Zombis que sólo aparecen en grandes conciertos y en las playas, cuando hay buen tiempo. Cadáveres andantes, que llenan terrazas y supermercados, pero ajenos a cualquier existencia más allá de la estrictamente imprescindible para satisfacer sus necesidades básicas.
Decidido, esto debe ser. Vivo en una isla llena de zombis. La isla de los nadie. Me pregunto si su situación es irreversible o si por el contrario estarán dispuestos a intentar existir de verdad. Supongo que no lo sabremos hasta que nos comuniquemos con ellos. ¿Alguien sabe cómo tratar con un zombi?
