Las fuerzas del mal de Lanzarote

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El último comunicado del PIL volvió a sacar a la palestra un concepto que yo ya había leído varias veces en Lanzarote: «las fuerzas del mal». Lo recuerdo, porque cada una de esas veces me sentí insultado. No sólo por lo simple, maniqueo, absurdo, fanático y rastrero del discurso, sino porque me parecía que las personas que lo usaban eran precisamente las menos indicadas para hablar en tales términos.

Es curioso que haya calado entre bastante gente la idea de que la superioridad moral es una cosa propia de la izquierda. Desde luego, cierto es que quienes se consideran de izquierdas suelen verse a sí mismos como los más solidarios, más nobles, etc… pero es que entre la gente de derechas ocurre otro tanto. Los de derechas se consideran baluartes de la moral, normalmente desde un punto de vista tradicionalmente católico, con tanto o más descaro y ahínco que la gente de izquierdas. Y no pasa nada, mientras tantos los unos como los otros consigan reprimir de puertas para fuera esa intolerancia latente.

Toda asunción ideológica conlleva la percepción de que tu ideología es mejor que las otras, eso es inevitable. Todos se ven a sí mismos, lo digan o no, moralmente superiores a los demás. Lo malo es cuando ese sentimiento común a todos nosotros, seamos de izquierdas, de derechas, nacionalistas o taoístas, es descaradamente expresado. Ahí surgen los problemas. Y es que la sana convivencia social exige hipocresías de este tipo. No podemos ir por ahí diciendo que quienes no comparten nuestra ideología o religión son unos «malvados» o «malignos», porque entonces es cuando las brechas se agrandan, los muros se alzan y las guerras empiezan.

Ahora bien, dejando a un lado el terreno ideológico y ciñéndonos estrictamente a los hechos, hay unos actos que pueden considerarse objetivamente malos, en cuanto que hacen daño a una o muchas personas. Robar siendo alcalde o concejal, pedir o aceptar sobornos, comprar medios de comunicación para ocultar este tipo de cosas o desviar la atención… esos son hechos objetivamente perniciosos, malos, dañinos.

Estamos ante un debate puramente moral. Siempre fue un debate moral. Los unos intentan hacer ver a la ciudadanía que los malvados son los otros, y estos hacen lo propio respecto a aquellos. Pero hay formas, maneras, modos… y, sobretodo, hay límites que cuando se superan provocan arcadas en quienes sabemos lo que hay.

Voy a decirles en qué otros sitios he leído antes eso de las fuerzas del mal, para que se me entienda.

El Zurriagazo, Crónicas de Lanzarote:

Si en el Partido Popular (PP) hubiera lo que hay que tener ya habrían emitido una nota de prensa para defender a su compañera Astrid Pérez del burdo y barriobajero ataque que ha recibido por parte de las fuerzas del mal que operan en Lanzarote, las mismas que impiden que aquí se pueda avanzar un solo metro.

Antonio Coll, Lancelot:

Si no demuestran claridad de objetivos, arrestos para ejecutarlos y suficiente valentía para no dejarse influir por los intereses espurios de ciertos despachos enriquecidos, si se entretienen escuchando el ruido –o los arrumacos, a veces no se sabe que es peor-, caerán en la trampa que las fuerzas del mal de esta isla han diseñado para convertir la esperanza en desilusión de miles de ciudadanos.

El PIL, el Zurriagazo de Crónicas y Antonio Coll en Lancelot… todos ellos hablando de «fuerzas del mal». Eso sí es superioridad moral sin matices. No encontramos similares términos en ningún otro sitio. Yo mismo tengo muy claro que estos tres elementos forman parte de un colectivo con intereses claramente perjudiciales para la isla en su conjunto, pero he evitado siempre usar conceptos como «fuerzas de la oscuridad» o «fuerzas del mal»… prefiero hablar de intereses contrarios al los intereses generales. Todos tenemos nuestros intereses: empresarios, políticos, periodistas, ciudadanos en general… todos vamos a lo nuestro. Pero hay quienes yendo a lo suyo joden a muchos. Como los del Club Bilderberg, no son «fuerzas del mal», simplemente van a lo suyo sin preocuparse de lo que tengan que pisar o a quien tengan que llevarse por delante. No se trata de pura y dura «maldad», sino de mera (falta de) educación cívica o de mentalidad empresarial-competitiva sin coto alguno. Para ellos la vida es una constante competición, una carrera en la que todo vale con tal de prevalecer sobre el resto. Están acostumbrados a hacer las cosas así, siempre se han hecho así, se educaron en un entorno así… y por eso actúan así. Que sean ellos, precisamente, quienes intenten escurrir el bulto acusando a sus detractores de estar alineados junto a unas supuestas e indefinidas fuerzas del mal es insultante a más no poder. Como es insultante asistir a la pantomima que se traen entre manos ahora de intentar hacer ver que algunos somos unos nazis intolerantes que no admitimos críticas ni réplicas, cuando justamente somos nosotros los que nos expresamos a pecho descubierto en foros no censurados y comentables por cualquiera. ¿Por qué lancelot no tiene todavía un perfil en facebook? ¿o sí lo tiene pero lo llama de otro modo? Cuando sean capaces de opinar y exponerse en cotos no cerrados, hablaremos. Hasta entonces, tengan un poco de vergüenza.

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