Poco después de haber escrito el artículo de ayer, entré en La Opinión de Lanzarote y ví la entrada que enlazo. La verdad es que me quedé de piedra. Aumento en el precio de algunos productos que rondan entre el 30 y el 50 por ciento respecto a lo que vende la misma marca en Gran Canaria.
Al rato, en Diario de Lanzarote publicaron la siguiente noticia, y entendí.
Subvenciones millonarias que el gobierno canario entrega a las empresas para paliar el coste del transporte interinsular, resulta que no sirven para nada. Y no sirven para nada porque no hay nadie que vele por el cumplimiento de las condiciones aceptadas por la empresa subvencionada, y porque las ayudas les llegan con dos y hasta tres años de retraso.
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Nuestro bendito gobierno ya nos tiene acostumbrados a cosas de estas. ¿Qué se puede esperar de una gente que ni hacer una carretera en carreteralandia sabe?
No obstante, en este caso es obligación de las empresas, y concretamente del LIDL, hacer cumplir al ejecutivo autonómico su cacareada promesa de que en Canarias no hay ciudadanos de segunda.
Oigan, si se trata de que vivir en Lanzarote es más caro y nos toca apencar pues mira, qué le vamos a hacer; a los de La Graciosa les resulta todavía más caro comer donde viven. Pero cuando se están entregando millonarias subvenciones que pagamos entre todos para evitar tal discriminación, lo mínimo es que dichas subvenciones sirvan para algo. ¿O no? Y si las subvenciones no son eficaces o sencillamente son inútiles, pues que se retiren y en vez de entregarlas a las empresas las entreguen a las familias más necesitadas, que sería lo suyo en la grave situación de crisis que padecemos.
En cualquier caso, lo que toca es que los consumidores pidamos explicaciones al LIDL en Lanzarote, y que estos, al verse sometidos a presión, hagan lo propio con el Gobierno Canario. Si entre ellos y nosotros hacemos un poco de ruido tal vez consigamos que racionalicen las subvenciones o que en vez de dárselas a los empresarios nos las den a nosotros. Lo que está claro es que si nadie protesta ni mueve un dedo seguiremos en las mismas.