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Ayer me molestó que una persona en facebook dijera que todos los partidos obedecen a una ideología común y que lo de las siglas es mera organización para el reparto. Me pareció el típico comentario del conejero que se queja de cara a la galería pero a la hora de la verdad acaba votando a los de siempre… como todos son iguales, votemos a estos, que por lo menos son de aquí. El 99 por ciento de los votantes del PIL justifican su voto de esa manera, por eso automáticamente me pongo a la defensiva cuando escucho tales argumentos.

Sin embargo, reflexionando un poco más sobre el comentario, me doy cuenta de que, al menos en Lanzarote, la realidad no dista mucho de ser esa, tal cual. No es que lo hayan hecho conscientemente, en plan trama organizada, pero eso es exactamente lo que ha sucedido. Se han repartido el botín.

¿Cómo si no explicar que ninguna fuerza política haya querido implantar mecanismos reales de transparencia en las instituciones? No les interesa, así de simple. Dentro de cada organización política hay muchos empresarios, muchísimos, que donan cantidades ingentes de dinero cada campaña… y esperan que el favor se les devuelva. Si las instituciones se volvieran de pronto transparentes los políticos ya no podrían garantizar nada a sus compañeros de partido.

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Hace poco me topé con un número de la revista Isla del año 2001. En dicho número se decía que Juan Francisco Rosa es militante de CC, y que había comprado, junto a Pedro de Armas y Juan Carlos Becerra, la nave que servía de sede a la formación nacionalista.

Dimas Martín, a su vez, gozó de ciertos beneficios carcelarios gracias al contrato que tuvo a bien concederle, otra vez, Juan Francisco Rosa, del que se reconoció amigo de toda la vida.

Así es como empresarios y políticos confabulan. Se podrían citar ejemplos similares en cada formación política. Yo mismo fui testigo de cómo el PSOE en Arrecife contrató determinado servicio a Tecnosound sin que mediara concurso público alguno ni transparencia en el proceso. Un asco. Pero es que luego, se lo dices al Secretario General del partido, y este ni se molesta en contestarte. Seguro que a él tampoco le hará gracia el tema, pero ¿qué va a hacer? En Arrecife mandaba Enrique, y punto.

¿Y qué decir del actual Grupo de Gobierno en Arrecife? Fichan a 12 asesores más, que se suman a los 15 que ya tenían, y nadie sabe quienes son, aunque los pagamos entre todos. ¿No tendríamos derecho a conocer sus perfiles, para qué se les ha contratado, cuál es su preparación? Pues claro que tendríamos derecho… en un lugar con un mínimo de normalidad democrática eso sería lo natural. Pero no aquí.

¿Alguien sabe qué empresas ha contratado el Cabildo para llevar los distintos proyectos que han sacado últimamente? No lo sabemos. La oposición es la única que tiene derecho a pedir papeles, y la oposición carece de legitimidad moral para pedir nada, después de haberse negado sistemáticamente a entregar las cuentas de los CACT, por ejemplo.

¿Transparencia para qué? Si las cosas van fenomenalmente bien como estén… quita, quita.

Es todo tan mezquino, tan obvio, tan descarado, que a nadie puede extrañarle el nivel de hartazgo popular al que se ha llegado en esta isla. Y raro es que todavía no haya habido revueltas que acabaran con el Cabildo tomado por masas enfurecidas.

Acabaremos mal. Como no tomemos medidas radicales vamos a acabar muy mal.

Sin embargo los únicos que pueden tomar tales medidas son los partidos políticos. Y estos no las van a tomar. Yo no digo que un Carlos Espino o un Pedro San Ginés o una Astrid Pérez no quieran tomar estas medidas… pero es que simplemente no pueden tomarlas. Se deben a un partido, a una estructura viciada desde sus cimientos. ¿Qué medidas van a tomar cuando muchos de sus compañeros, esos que les han puesto al frente, son unos interesados que les acosan constantemente con sus solicitudes? Si quisieran ponerse a barrer sus respectivas casas no sabrían ni por donde empezar. Lo más probable es que les limpiaran a ellos antes de llegar siquiera a coger la escoba.

Para mí sólo hay una manera viable de revertir todo esto. Una solución que está al alcance de los ciudadanos, al menos de aquellos ciudadanos a los que no les beneficia el sistema actual tal cual está (pues hay muchos a los que les interesa que las cosas sigan exactamente así). La solución pasa por que un nuevo partido político entre en escena y obligue, por puro sentido de supervivencia, al resto a acometer la regeneración que por ellos mismos jamás harán.

Habría de ser un nuevo partido, con gente totalmente nueva, que hiciera de la transparencia su razón de ser, desde su mismo nacimiento. Un partido capaz de generar otra vez optimismo y que actúe de convulsivo a lo largo y ancho de toda la isla. Deseamos tener algo en lo que creer, algo en lo que confiar, algo que sintamos verdaderamente nuestro. Algo que podamos excluir de ese «todos son iguales». De verdad, no se me ocurre otra forma. O eso, o nos echamos a las Peñas del Chache con el macuto y el rifle.

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