Machacando Lanzarote

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Fernando Marcet Manrique

Nunca he sido partidario de discursos ombliguistas. El victimismo territorial ha sido demasiadas veces empleado para manipular a las masas. Pero lo que desde el Gobierno de Canarias se le está haciendo a la isla de Lanzarote, o para mejor decir, lo que se nos está haciendo a quienes vivimos en la isla de Lanzarote, es de absoluto escándalo. No podemos ignorarlo por temor a que nos acusen de populismo.

Los impuestos que pagamos todos los canarios son exactamente los mismos, vivamos en Santa Cruz o en Arrecife, sin embargo la inversión que el Gobierno hace por persona en nuestra isla es la mitad de lo que reciben los palmeros, gomeros, herreños o majoreros. ¿Por qué?

Es lógico que a título personal los dirigentes de CC y PP no sientan especial aprecio por una isla que nunca se ha caracterizado por votar masivamente a sus formaciones políticas. Sin embargo, esas fobias jamás deberían condicionar su profesionalidad en cuanto políticos que deben velar por la igualdad en el trato y oportunidades para todos los canarios.

Que en Lanzarote tenemos gestores de lo público pésimos, es algo que no se le escapa a nadie. Pero si a eso le añadimos la escasez de recursos, el resultado no puede ser otro que el actual. No hay más que dar un paseo por las capitales de las otras islas para apreciar la diferencia. Tranvías ultramodernos, parques y jardines flamantes, auditorios espectaculares… en Lanzarote estamos a años luz de todo eso. Diríase, incluso, que somos un país diferente.

La cosa resulta todavía mucho más grave, si atendemos a nuestra condición de isla más castigada por la crisis, con los mayores niveles de paro y con la cesta de la compra más cara.

Diríase que los hados se están alienando en Lanzarote para que los ciudadanos espabilemos y tomemos cartas en el asunto. No nos va a quedar otra, porque de nuestros políticos poca cosa podemos esperar. O despertamos y vertebramos una sociedad civil poderosa o nos van a seguir dando por todos lados. Afortunadamente para el Gobierno de Canarias, los lanzaroteños no tenemos fácil reunirnos delante de la sede Parlamentaria, como sí podría hacerse en cualquier lugar de la península, de modo que nuestras protestas siempre les van a llegar desde la distancia. Los medios de comunicación provinciales o regionales tampoco ayudan mucho, pues suelen dar prioridad a las informaciones que proceden de las islas capitalinas. Pero todavía se pueden hacer cosas. Podemos iniciar campañas a través de internet, saturando las páginas institucionales del Gobierno de Canarias, recogiendo firmas, haciendo ruido… si queremos dejar de ser el pito del sereno alguna vez, ese es el único camino posible: la protesta y la reivindicación masiva.

 

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