Acaba de arrancar la nueva legislatura y ya me han invitado a un desayuno de trabajo. Ocurría esta mañana en un salón del Cabildo de Lanzarote. No es algo habitual pulsar opiniones, explicar metodologías de trabajo y buscar colaboración en la tarea de gobierno y por eso quiero resaltarlo. Los presentes eran el consejero de Participación Ciudadana, Patrimonio y Oficina de la Reserva de la Biosfera, Juan Antonio de la Hoz, los técnicos de dicha Oficina, Ana Carrasco y Kino Miguelez, y diferentes representantes de medios de comunicación insulares. En esta reunión se ha hablado de los nuevos retos que se plantean desde la Oficina de la Reserva de la Biosfera, sea dicho de paso, un departamento largamente despreciado en recursos económicos y humanos pese a desempeñar un papel decisivo en el debate político y social de Lanzarote durante su extensa trayectoria. En este encuentro se ha hablado de respeto al trabajo realizado, de reflexión de cara al papel que debe jugar la Reserva de la Biosfera y del diálogo y la coordinación que debe reactivarse dentro y fuera de la Primera Corporación insular para plasmar realidades que no pongan en riesgo el distintivo de la Unesco del que desde hace casi 18 años presume Lanzarote, aunque no siempre con razones de peso.
Del encuentro saco en claro que tiene que haber un cambio de posicionamiento, porque la Reserva de la Biosfera no puede seguir viéndose únicamente como una marca comercial o un logotipo prestigioso. Es más, me parece esencial una reformulación de sus usos y funciones, porque más allá del enredo de los debates crispados y politizados vinculados con el desarrollo del territorio, que han sido y son importantes, están los ejemplos prácticos que escenifican que el distintivo es verdaderamente aplicable a Lanzarote y que también son una fuente de cohesión social esencial para seguir trabajando en los argumentos que dieron a la isla un valor añadido.
Se avecinan cambios que espero que no hieran la sensibilidad de quienes relacionan el Consejo de la Reserva de la Biosfera con un espacio para el debate colectivo de cómo y cuánto se quiere crecer, porque según nos confirman este espacio de participación seguirá estando en vigor, pero en mi opinión, este monotema no tiene que ser excluyente de otros. Por eso, creo que la labor del departamento de la Reserva de la Biosfera debe ser más multidisciplinar en el sentido de que puede impulsar o ser catalizador de proyectos más armoniosos y eficientes con el medio natural vinculados a áreas esenciales: agua, residuos, alimentación, transportes y territorio. Por ahora, se quiere dotar a la Reserva de la Biosfera de más y nuevos contenidos. Espero que no sea una maniobra para dar carpetazo a lo que todavía está pendiente de resolverse (situación de ilegalidad de algunos hoteles), si bien es cierto, en este caso, creo que hay que diferenciar entre lo que puede ser un marco de debate de ideas y opiniones como es el Consejo de la Reserva de la Biosfera, y el marco de soluciones a cada sentencia que será determinado por los tribunales.
En definitiva, no se trata de inventar nada nuevo, ni de desviar la atención, sino de volver a popularizar el valor que tiene residir en una Reserva de la Biosfera. Las ideas de inteligencia colectiva, convivencia, participación, compromiso y rentabilidad social son claramente distintivos que van unidos a esta marca y que hay que potenciar y generalizar para que la población compruebe que el trabajo que emana de la Oficina de la Reserva de la Biosfera es símbolo de progreso. ¿Cómo lo hacemos? Aprovechando un atisbo de esperanza, voluntad, sosiego, positivismo y ganas de cambio.