La última nota de Coalición Canaria, dedicada al posible despilfarro de los Centros Turísticos en la pasada romería de los Dolores y publicada diligentemente por la mayor parte de los medios informativos, no tiene desperdicio.
No por oído resulta menos cierto el lema de la comunicación manipuladora y amarilla que defiende el no permitir que la realidad estropee un buen titular. En el caso de los nacionalistas del Cabildo, el hecho de que en este año de crisis económica la dirección de los Centros haya decidido no obsequiar a los romeros con recuerdos de la fecha y limitarse a ofrecer alimentos y agua, no ha sido impedimento para recordar que el pasado año sí se hizo.
En un comunicado cuyo titular está en la última línea, -la reclamación de CC a la presidenta de un informe sobre los gastos que acarrearon las fiestas-, los de Coalicion aprovechan para recordar las cifras de inversión de los Centros de hace un año. Y de paso, mienten como bellacos acerca de la supuesta erradicación del reparto de recuerdos en los ejercicios en los que ellos tuvieron la responsabilidad.
En 2006, último de gobierno nacionalista en el Cabildo, la memoria de la Obra Social de los Centros refleja un gasto de 25.000 euros en alimentos, bolsas, materiales varios, postales de la Virgen, flores, puestos de avituallamiento, etc. Vale, los romeros caminaron sin visera pero les acompañó la santa patrona en el bolsillo del mandil y en los pliegues del fajín. Si la imagen detuvo la lava, quién duda de que proteja del sol.
No ha sido nunca Pedro Sanginés de los de regalar al gentío anónimo ni de hacerlo entre políticos de todos los colores, ocultas las personalidades y las siglas bajo cachorros y sombreras. A él le gusta presentarse como un mecenas ante la sociedad y entregar sus dádivas a cara descubierta, no vayan a olvidar los beneficiados a quién deben el favor o la subvención.
Y bajo esa premisa se inventó el ínclito muchacho la Obra Social de los Centros, el morral del Robin Hood conejero que provoca el gasto del turista para repartir las ganancias entre los pobres. Como si los beneficios de la red de los CACT, empresa pública del Cabildo, no lo fueran de todos. Como si previamente las oenegés y asociaciones deportivas no hubieran recibido las mismas ayudas de la primera Corporación. Pero claro, sin tanta ceremonia y tanto derroche de generosidad y sensibilidad hacia los desafortunados del mundo.
Coalición Canaria anda desnortada y no sabe a dónde apuntar. O lo tiene meridiamente claro, hay opiniones para todos los gustos. Me quedo con dos reflexiones, la necesidad de remontarse a un año atrás para sustentar una crítica más contra la gestión de los Centros y la absoluta falta de cuestionamiento de una nota sin fundamento por parte de los informadores de la isla. Inaudito.
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