Dicen que un buen regalo educativo para un niño es un espejo, porque un día mirándolo descubrirá que el que se refleja en él, es él mismo. Entonces, será consciente de que tiene un “Yo”, es decir, que es individual y ajeno a los demás. Este darse cuenta del plano personal es un descubrimiento fascinante para un niño que comienza su viaje hacia el conocimiento de lo que le rodea, aumentando su autonomía y preguntando constantemente cosas sobre la vida, como si fuera un filósofo que quiere darle sentido a las cosas. Muchas veces esas preguntas son cansinas, inoportunas o tan sorprendentes que no sabemos cómo responder, y sin embargo, son esenciales y poderosas para el aprendizaje. Coartar a un niño en su necesidad de preguntar , especialmente cuando lo hace sobre temas profundos (la muerte, el odio, la religión, etc.) significa no saber ponerse del lado del que quiere saber. Las preguntas de los niños encierran un abanico de respuestas, a veces, se ajustan a la realidad y otras están basadas en la originalidad o la imaginación del que responde. Lo importante es tener en cuenta que nuestras creencias de la vida, opiniones y valores van a ir incorporadas en esas respuestas y por eso es importante ser cuidadosos con lo que se explica, sobre todo porque los niños de ahora pueden investigar en fuentes de información como internet y dejar de creernos.