Verán, siempre me atrajo la ciencia ficción. Es un género literario que me apasiona. Y claro, si te gusta la ciencia ficción te gustan las historias de ovnis, fantasmas, misterios en general… una cosa lleva a la otra, empiezas a entrar en webs de esto y de lo otro, y al final acabas llegando a las conspiraciones.
Pero me pasa algo curioso, no sé si a alguien más le sucederá. Y es que desde que sigo webs sobre conspiración el mundo se ha vuelto un infierno. Ha sido de la noche a la mañana, una cosa brutal. De pronto el planeta está repleto de canallas, conspiradores, gente ruín… y están todos en el poder, cualquier forma de poder que se nos ocurra. Desde lo más local a lo más internacional. Ejecutivos, politicos, banqueros, chorizos, miserables sin alma que nos masacran a diario y jamás se conforman, por grande que sea el daño que causen. Todo ha degenerado rapidamente, y el punto de inflexión, inequívoco, lo encuentro en el preciso instante en el que empecé a indagar sobre conspiraciones.
Claro, una forma de verlo es: Bien, he tomado la pastilla roja y he despertado a una realidad que siempre ha estado ahí. No es que haya más conspiraciones que antes, es que tú antes no las veías porque no las enfocabas.
Pero otra forma de verlo, que en mi opinión encaja más con lo que está pasando es: Lo estoy creando yo. A fuerza de focalizar toda mi atención hacia un tipo de realidad concreta, la estoy desarrollando y potenciando. De todas las realidades que podrían ser, infinitas, me estoy quedando con una… y la estoy construyendo.
La literatura está llena de avisos al respecto. Calderón de la Barca decía:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
El gran éxito de estos versos, el hecho de que hayan trascendido décadas y aun siglos, ¿no tendrá algo que ver con la verdad que encierran? Y si encierran verdad, si en realidad la vida es sueño, y del mismo modo que en los sueños nosotros creamos la realidad en la que nos desenvolvemos, ¿no podría ser que sucediera igual en lo que llamamos vida lúcida? ¿que la creamos en base a nuestras propias creencias?
¿O cómo no recordar aquel célebre pasaje de El Quijote?
Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.
O sea, un hombre que de tanto leer sobre caballeros, batallas, etc, recreó tal realidad y la reprodujo en su propia existencia.
Podríamos hablar también de los últimos hallazgos en física cuántica, que aseguran que el observador influye en lo observado. Dicho de otro modo, que la forma en que miramos las cosas, o lo que esperamos de ellas que sean, influye en lo que acaban siendo de facto.
¿Y qué hay de esos experimentos que un japonés hizo con el agua, metiéndola en diferentes frascos con etiquetas tipo “amor”, “odio”, “paz”, “guerra”, etc… descubriendo que tales etiquetas influían en la forma que adquirían las moléculas?
¿Qué nos dice todo esto? ¿No nos sugiere acaso que tenemos el poder creador dentro de nosotros? ¿Que de algún modo nosotros somos la realidad que vivimos?
Paulo Coelho escribió en El Alquimista que el Universo conspira a favor de uno cuando de algún modo uno conecta con aquello a lo que está destinado. Pero podríamos matizarlo un poco. Nosotros somos el universo, y conspiramos a favor nuestro o contra nosotros en función de lo que nosotros mismos consideramos que debe ser. Si nos consideramos merecedores de lograr grandes metas, las logramos. Si nos consideramos merecedores de grandes sufrimientos, los vivimos. Pero aunque conozcas esta verdad, no es posible manipularla. Los triunfadores siempre hablan de una cosa: trabajo, esfuerzo, sacrificio… sin dedicación y trabajo, es imposible lograr los objetivos. ¿Pero esto es así porque el trabajo tiene un valor real en sí mismo, o es porque únicamente nos sentimos merecedores de lograr grandes cosas cuando hemos invertido trabajo y esfuerzo suficiente? Es como si del algún modo necesitáramos hacernos merecedores de las cosas a nuestros propios ojos (o a los ojos de un dios al que hayamos cedido nuestro propio poder), si no, no las conseguimos.
Concluyendo. ¿En qué lugar deja todo lo dicho a las webs sobre conspiraciones? ¿Nos están abriendo los ojos a una realidad que existe realmente o nos están invitando a crearla? Y entiéndaseme bien, si este último es el caso no insinúo que lo hagan a propósito, cual si fueran entidades malignas o algo parecido. Quienes escribieron libros sobre caballeros no tuvieron la culpa de que Don Quijote recreara una realidad como la que generó (jugando a dar por cierto que Don Quijote no es un mero personaje literario). El único responsable de aquello fue Don Quijote. Aquí pasa igual. De nosotros, aficionados o seguidores de las historias sobre conspiraciones, depende el grado de implicación que asumamos respecto a todo lo que se nos cuenta. De nosotros depende recrearlo de una forma u otra, o darle la vuelta del modo que queramos. Tampoco sugiero que simplemente nos dediquemos a la meditación y al buenrollismo pasivo, que es algo de lo que suele pecar la pseudo religión new age… si es cierto que para que nos sucedan cosas buenas nos tenemos que sentir merecedores, a nuestros propios ojos, de lograrlas, entonces nos va a tocar currar. Y mucho. Si algo se puede decir de nosotros mismos, es que solemos ser muy exigentes a la hora de concedernos lujos. Y cuando lo hacemos siempre nos cobramos un alto precio.