Ser padre

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Ser padre tiene muchas dificultades y supone un reto constante. Pero para mí lo más complicado es cuando entiendes que muchas veces tienes que elegir entre el afecto de tu hijo y aquello que necesita.

Pongo un ejemplo: A la hora de hacer la comida lo más sencillo, por decir algo, es hacer unos huevos fritos y unas salchichas. Abres dos huevos, una lata y ya está… algo rápido y, sobre todo, a ellos les encanta. Cuando les das esa comida te quieren muchísimo y, como digo, es lo más fácil y rápido de hacer. Pero claro, tú sabes que eso no puede ser. Un niño necesita comer variedad, necesita verduras, no puedes atiborrarle a grasas ni a hidratos de carbono. Así que te tienes que currar de cuando en cuando un potaje. Al contrario de lo que pasa con las salchichas, un potaje es un curro. A mí me supone soltar el ordenador un par de horas, dejar el trabajo que esté haciendo y meterme en la cocina un buen rato. Como digo, un curro. Y lo peor es que a la hora de servirlo, no vas a tener una respuesta especialmente entusiasta, sino más bien todo lo contrario. Lo más probable es que te tengas que pelear con ellos para que se lo coman… puedes intentar razonar, dialogar, negociar y a lo mejor tienes suerte, pero lo más probable es que acabes teniendo que tirar de autoridad paterna y obligarles o amenazarles. Mal royo.

O sea, que las salchichas no te lleven ni 15 minutos hacerlas, y te adoran cuando se las sirves, mientras que el potaje te lleva una hora o más y encima va a generar mal ambiente en casa y pondrá en menoscabo el cariño de tus hijos hacia ti.. aunque sea por unas horas.

Y como con la comida ocurre con todo. Para ti como padre casi siempre es más fácil dar a tus hijos todo lo que te piden. ¿No les apetece recoger su cuarto? Ya lo haces tú por ellos.. ¿para qué vamos a pelearnos? ¿Quieren ver dibujos todo el día? Bueno, todo sea para estar tranquilos y que no haya peleas. ¿Quieren comer golosinas a todas horas? Que las coman ¿No quieren hacer los deberes? Bah, no tengo ganas de pelearme…

Casi siempre lo fácil es evitar el conflicto, tener a tus hijos contentos y que te quieran muchísimo porque nunca les niegas nada ni les riñes por nada.

Pero eso no es lo correcto, y lo sabes. Lo correcto es educarles y darles una preparación, una formación, aunque eso suponga, muchas veces, sacrificar su cariño hacia ti, al menos a corto plazo. Porque a largo plazo seguramente el camino fácil se va a volver contra ti (como casi siempre ocurre con los caminos fáciles). Evitando el conflicto constantemente, dándoles siempre lo que quieren, no currándotelo, lo único que probablemente consigas será unos hijos malcriados que cuando sean mayorcitos, tal vez con problemas de obesidad y sin la menor cultura del sacrificio o de la responsabilidad, no te van a tener el menor respeto. Estarán acostumbrados a que les des todo, y cuando sus peticiones vayan más allá del «quiero golosinas» o «quiero dibujos», te darás cuenta de que la cosa se te ha ido de las manos y no podrás hacer nada para cambiarlo. Quisiste evitar el conflicto toda tu vida… y al final ese conflicto llega, pero multiplicado.

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