Desde hace unas semanas se viene promoviendo desde las islas capitalinas la reforma urgente del sistema electoral canario. Una reforma que, desde mi punto de vista y según voy a explicar en este artículo, no busca resolver los problemas de la gente, sino los de los partidos.
Admito que el enfoque que ofrece Noemí Santana en su artículo de Canarias 7, es lo más sensato que había escuchado hasta ahora por parte de los promotores de la reforma electoral. Pero aun así, para mí sigue errando en el fondo de la cuestión.
Lo expresa perfectamente en su escrito: Las islas teóricamente más sobrerepresentadas no son precisamente las mejor tratadas en los presupuestos. No son las que cuentan con mejores servicios, dotaciones o infraestructuras. Más bien al contrario. El caso de Lanzarote es bastante flagrante. ¿De qué nos ha servido contar con ocho parlamentarios lanzaroteños (bastante más de lo que nos correspondería si se cumpliera el paradigma de una persona un voto a nivel de toda Canarias)? De bien poco. Pero Noemí Santana no explica en su artículo por qué ocurre esto, aunque sea bastante obvio.
LOS PARTIDOS SON EL PROBLEMA, NO EL SISTEMA ELECTORAL
El problema está en el funcionamiento de los partidos políticos y su propia jerarquía. El ejemplo más evidente lo padecimos recientemente en el asunto del petróleo. Ninguno de los dos parlamentarios lanzaroteños del PP osó posicionarse jamás en contra de las directrices de José Manuel Soria. Eran lanzaroteños, pero antes que eso eran del PP.
Tres cuartos de lo mismo ocurre con el resto. ¿Dónde están las sedes principales de los partidos implantados en toda Canarias? ¿Dónde viven sus presidentes, sus secretarios generales? ¿Dónde están los que toman las decisiones en última instancia, los que dicen a los demás qué mano hay que levantar? Gran Canaria y Tenerife. No hay más. A partir de esta realidad, ¿para qué hablar de partidos sobrerepresentados o menos sobrerepresentados? Si asumimos que los partidos no están representando a la gente como debieran (vuelvo al ejemplo del PP lanzaroteño, el petróleo y Lanzarote) ¿qué más da que exista una circunscripción única o que se rebajen los topes electorales?
Por eso digo que la reforma electoral no pone el foco donde debe. El problema no está en dar más o menos representación a los partidos. Los propios partidos serán el problema mientras no tengan un funcionamiento interno mucho más democrático o se les limite parte de su poder en favor de la ciudadanía.
A la reforma electoral que se plantea solo le preocupa que los partidos estén representados de forma más equitativa. Y eso está bien, pero no va a resolver los problemas de la gente, ni la desigualdad entre islas. Yo, como lanzaroteño, se que el hecho de tener ocho parlamentarios no sirve de gran cosa, porque casi siempre serán ocho peleles que se moverán al son que les marquen desde las islas mayores.. pero aun así, preferiré eso a que haya menos, porque me imagino que algo sí que barrerán para casa, aunque sea para quedar bien ante los suyos.
Pensemos en los habitantes de Gran Canaria o de Tenerife. ¿De qué les va a servir a ellos contar con unos pocos parlamentarios más a costa de las islas pequeñas? Supuestamente estarán mejor representados que ahora, y yo les pregunto, honestamente… ¿piensan que de verdad les va a ir mucho mejor? Y si así fuera, ¿no consideran que eso sería ahondar en la desigualdad entre islas, teniendo en cuenta que las menores ya sufren todo tipo de carencias en relación a las capitalinas?
«UNA PERSONA, UN VOTO» EL EJEMPLO SUIZO
Luego podemos analizar la idoneidad de la lógica «una persona, un voto», que para los reformistas sería lo más democrático. ¿En serio?
Casi todo el mundo está de acuerdo en considerar la democracia suiza como una de las más avanzadas del mundo. Allí los 14 cantones más pequeños representan menos de un 20% de la población, pero pueden bloquear cualquier decisión del Consejo de Estados. Están muy sobrerepresentados. Y lo mismo ocurre en cualquier lugar del mundo donde existen realidades culturales y/o territoriales diferentes pero federadas democráticamente. Se entiende que la lógica «una persona, un voto» está subordinada a la necesidad de que los diferentes territorios tengan una representación adecuada para no sufrir la apisonadora decisoria de los territorios más poblados. Es de perogrullo.
Imaginemos que mañana surge la necesidad de construir una planta de residuos altamente contaminante en alguna isla canaria. Y que dado lo polémico de la cuestión se decide convocar un referéndum en toda Canarias, según la lógica «una persona, un voto». ¿Qué pasaría? Obviamente, que esa planta de residuos iría a la isla con menos votos, aun cuando no fuera el lugar ideal desde otros puntos de vista ¿Sería justo? Por supuesto que no.
Los defensores de la reforma no tienen en cuenta nada de esto. Tratan Canarias como una realidad homogénea que dista mucho de ser. Los habitantes de islas menores admitimos, hasta cierto punto, que debemos renunciar a algunas cosas, porque no es posible destinar recursos por igual a todas las islas, pero solo hasta cierto punto. En Lanzarote tenemos que salir si queremos estudiar la mayoría de carreras univesitarias. No contamos con tranvías, ni paradas de guagua con tecnología de gps. No Tenemos palacios de congresos, ni auditorios, ni grandes parques… para muchas gestiones tenemos que viajar a las islas capitalinas, pero nos sale más caro coger un avión a Las Palmas que uno a Madrid o Barcelona. Mi pregunta sería la siguiente: ¿la Reforma electoral que se propone va a paliar en algo estas carencias? ¿Va a mejorar en algo nuestra calidad de vida? ¿O nos va a dejar todavía peor de lo que estábamos?
MI PROPUESTA
Para mí una reforma que de verdad pensara en la gente y no en los partidos contendría cuestiones como las siguientes:
- Listas abiertas para que las personas elijan a sus candidatos independientemente de los partidos, de forma que los representantes rindan cuentas directamente ante sus representados, más allá de la disciplina de los partidos.
- Dar pasos hacia una Democracia Líquida, para que la ciudadanía pueda intervenir en la actividad parlamentaria en la misma medida que sus representantes.
- Crear un sistema de Inciativas Ciudadanas moderno y en condiciones, que permita recoger firmas para aprobar todo tipo de propuestas, incluyendo la revocación de cargos electos.
- A la hora de sacar adelante los presupuestos, dar capacidad de veto a cada isla mediante un sistema combinado de consulta abierta y representación.
Todas estas son medidas que dan más poder a la gente, al tiempo que limitan el de los partidos. Pero a la vista está que los proReforma no se plantean nada de esto. Porque su espíritu no es el de empoderar a la gente, sino a sus formaciones políticas. Un poder, el de los partidos al margen de la gente, que es la causa última de los grandes problemas de corrupción y desigualdad que sufrimos en Canarias.