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miguelangelMiguel Ángel de León.

Este viernes lo volvieron a hacer. Indiferentes al ridículo, ajenos al desaliento cuando se trata de acaparar fotos y portadas, los políticos de Lanzarote se encaramaron de nuevo hasta el Cementerio de Haría a hacer como que hacen algo en honor del “espíritu manriqueño”, que es el penúltimo mantra que repiten como loros los mismos políticos que le sacan partido a otras frases hechas y huecas como lo de la “sostenibilidad”, la “hoja de ruta” y demás mentiras piadosas.

El pasado año, la presidenta de la parálisis cabildicia no se puso ni colorada cuando dijo que si César Manrique estuviera o estuviese vivo “hoy sería mi aliado”. No especificó si sólo de ella, del psoecialismo descafeinado que representa o del pacto PIL-PSOE, del que ahora andan renegando los segundos, después de casi 20 años haciendo y deshaciendo en comandita. Así se las gastan los más impúdicos representantes públicos que nos gastamos por aquí abajo. En vida, Manrique no se declaró ni se decantó nunca políticamente. A su muerte, los más vivos siguen empeñados en rentabilizar políticamente su nombre, que toman y citan en vano.

Este viernes, 25 de septiembre de 2009, se cumplía otro aniversario del doblemente desgraciado accidente automovilístico que causó la muerte de otro lanzaroteño mucho más conocido internacionalmente que la mayoría de los cientos de conejeros que también han perdido la vida en las carreteras de esta pobre islita rica sin gobierno conocido, las más ensangrentadas de toda Europa, si las estadísticas no mienten. 17 años ya sin el César visionario. Se escribe pronto y fácil. Algo más de tres lustros enteritos y entregados a la desmemoria, aunque desde las instituciones públicas hagan como que hacen algo por respetar ese legado manriqueño que en realidad desprecian y en la práctica ningunean, como es triste fama. Fíjate no más en el mismísimo, renovado y requeteampliado Cabildo cojitranco conejero, todo pintadito con los colores típicos de Lanzarote. Buen botón de muestra para otro (mal) ejemplo de los poco ejemplarizantes ejemplares políticos que padecemos, que predican una cosa y hacen justo la contraria.

Los políticos que todavía siguen votando algunos conejeros (principalmente, porque les va algo en el reparto del poder, de forma directa o indirecta) han vuelto este pasado viernes a subir al Cementerio norteño para escenificar (nunca mejor dicho, pues hablamos de puro teatro) una suerte de ofrenda foral sobre la tumba manriqueña, cumpliendo así la tradición de ese fúnebre ritual que no termino de entender. Otra vez vemos las mismas fotos de todos los años. Lo de siempre y los de siempre: políticos (ergo, no trabajadores) haciendo el paripé floral en Haría. Yo no lo haría, pero mi opinión no vale porque soy refractario a cualquier ceremonial institucional, así la organice Juana o su hermana. Pero es lo cierto que si unos repiten anualmente la farsa, a otros nos obligan a repetir idéntica opinión sobre la misma. Y sigo diciendo al respecto, hoy como ayer, que no termino de entender por qué los lanzaroteños permitimos que sean precisamente los que más daño le están haciendo a la isla los mismos que se apropien del nombre del artista cuyos consejos desoyen a diario.(de-leon@ya.com).

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