De la experiencia de Jaime Puig, pasamos ahora a una joven promesa del periodismo conejero. En su corta carrera ya ha demostrado, por de pronto, un carácter y compromiso social que invitan al optimismo a quienes confiamos en que, después de todo, la isla todavía tiene futuro. Por eso precisamente a algunos nos supo un pequeño revés el hecho de que fichara por Lancelot, un medio que, al menos para nosotros, es la antítesis de lo que Tomás representa. No obstante, como podrán leer en la siguiente entrevista, él tiene las cosas muy claritas, y todavía no es evidente quién influirá más a quién en esa particular relación.
Su licenciatura de periodismo acaba de obtenerla después de conseguir la de Historia (cinco años estudiando la carrera de Historia por 3 la de Periodismo). Esa inquietud por conocer y comprender el pasado se deja ver en el trabajo de Tomás, al que se nota que no le gusta quedarse en la superficie de los temas que trata.
Su experiencia, a pesar de haber concluído la carrera este mismo año, es ya notable. Estuvo en Localia presentando informativos y entrevistando a personajes de todo tipo y condición, en Canal 9, en Radio Las Arenas e incluso le fue ofrecido un puesto en el programa «Código Abierto» de la Tv Canaria, trabajo que rechazó por aquello de que el sensacionalismo no colma sus expectativas profesionales. Ya ven que no hablamos de un tipo corriente.
Desgraciadamente, la calidad humana, la profesionalidad o el buen hacer no son garantía de nada en un lugar como Lanzarote, donde a veces diera la impresión de que sólo los mediocres y golfos prosperan de verdad; por eso no somos demasiado optimistas respecto a la posibilidad de que Tomás permanezca en la isla demasiado tiempo. Egoístamente, esperamos que su compromiso por la gente que vale la pena, que todavía la hay, pese en su fuero interno más que las dificultades que sin duda encontrará en su carrera profesional en Lanzarote. Muchos Tomás J. López hacen falta para revertir lo que los Dimas y compañía hicieron con nosotros.
Sin más preámbulos, les dejamos con la entrevista.
No con tanta exactitud, pero sí jugaba a que presentaba un programa… Y hasta me inventé el nombre de una tele, que era Tele4, porque entonces estaban la 1, 2, 3 y Tele5.
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No tengo la suficiente perspectiva, porque en la época del boom de las teles locales estaba fuera de la isla. Me quedaría en una mezcla entre la filosofía y línea de Localia, y la capacidad que tuvo Archipiélago para hacer mucha programación propia, tener un marcado carácter local, con contenidos propios, con atención a eventos y fiestas, la cultura hecha desde Lanzarote, o deportes autóctonos. Creo que esa es la razón de ser de las televisiones locales.
En televisión, aunque mi breve paso por la radio me enseñó mucho y me descubrió un medio mucho más cercano y sincero, sin artificios, donde si te quieren criticar o darte la enhorabuena no tienen más que coger el teléfono y hacerlo en directo. Y soy consciente de la deriva frívola, simplona y amarillista de buena parte de la tele… pero es como quien siente afición por un equipo de fútbol; la cabra tira pa’l monte.
Pues ahora mismo sólo se ha emitido un par de programas, así que lo de si cala o no se verá. Creo que si lo hacemos bien puede calar, porque se basa en formatos que tienen éxito en las teles convecionales y que faltaban en el ámbito local. Además intenta llenar un vacío. Se hacen horas de televisión para hablar de pactos y prácticamente ninguna para hablar de música, pintura, historia o de la última idea de algún pibe tomado por colgado, pero con buenas ideas. El programa además desarrolla una de sus mitades en la calle, con protagonistas más o menos anónimos, y confío en la novelería de la gente de esta isla. En cuanto a si me siento agusto, tiene de bueno que difícilmente caeré en la monotonía propia de cualquier trabajo. Hoy hacemos un reportaje en un barrio, mañana en otro, pasado sobre una fiesta y al otro sobre una comunidad extranjera… no creo que me aburra tan fácil.
Por ahora no. En cuanto a la línea, la respuesta sería demasiado larga y tiene que ver con la situación actual de los medios en la isla y mi experiencia en el poco tiempo que llevo aquí. Sí digo que no comparto la línea editorial de Lancelot, pero eso me «obliga», y no me lo tomo como una pena sino como un respiro, a apenas tratar de política insular cuando estoy elaborando el programa. Debo ser medio fragilón pero a sólo seis meses de mi regreso a la isla el politiqueo insular consiguió asquearme y saturarme. Así que hablo de otras cosas, que las hay. Y por lo pronto esa empresa me está permitiendo hacer televisión y hacer lo que me gusta. Y siendo justo no he recibido ni una sóla directriz ideológica hasta el momento.
Ojalá. Pero es algo que va más allá de Lanzarote. Y es terrible. El periodismo nació hace no demasiado tiempo, si lo comparamos con otras profesiones. Sin embargo ha pasado de ser considerado «el cuarto poder», capaz de fiscalizar al poder y de hacerlo a través de su influencia sobre la opinión pública a ser un elemento solapado al poder económico. A nivel estatal y en el ámbito global las grandes corporaciones, las multinacionales, se han tragado a los medios. En Lanzarote es aun más evidente por lo pequeño que es la isla y lo grande de los intereses en juego. Pero pasa algo similar en todo el planeta: el señor Murdoch, dueño del emporio de comunicación Fox en EE.UU. es capaz de producir la serie de Los Simpson y al mismo tiempo invertir en la industria armamentista. No sé cómo se podría cambiar esta situación, quizá Internet y ciertos micromedios o medios alternativos puedan ayudar a que al menos se abra el abanico de posibilidades. Pero sobretodo hace falta que la gente sepa quién esta detrás de lo que ve o escucha. Es una cuestión de cultura, porque la gente percibe el mundo a través de la visión que le ofrecen los medios, y no puede ser que la visión sea la del gran capital y encima ignoremos que es así.
Crei, y sigo creyendo, que otro mundo es posible. En el caso de esta isla no es que otra Lanzarote sea posible, sino necesaria. De lo que dudo, y cada vez más, es de que la gente esté por la labor, por lo menos ahora mismo. Reconozco que en este momento he optado por cierto egoísmo, y sacar mi proyecto que no es poco. Eso no significa que vaya a renunciar a mis ideales ni ir en contra de mi conciencia. Estaré donde crea que es justo estar, pero para eso no hay que estar en ninguna primera línea.
El ramalazo ideológico lo he mostrado también en la esfera en la profesional. No me convencen los periodistas que van inodoros, incoloros e insípidos. La gente no es tonta. Otra cosa es mentir, tergiversar o venderte a un determinado interés. Creo en la veracidad, que no es lo mismo que la objetividad. Cuando entre todas las cosas que pasan en un día seleccionas una para colocar en portada estás haciendo un juicio de valor. Creer que ese juicio es objetivo es pensar que tienes la verdad absoluta o que eres poco menos que Dios.
La política me interesa porque es desde el hospital a la escuela pasando por el parquito pa los chinijos. Supongo que que tanta gente diga aquí que no le interesa la política al final influye en cómo están los hospitales, las escuelas y los parquitos, si los hay. Lo que ocurre es que en esta isla hay mucho politiqueo y poca política, y la gente se aburre. Los personalismos, el chaqueterío, los navajazos a la espalda, los dimes y diretes, el enchufismo, aparte de la cantidad de porquería que ha permitido visualizar operaciones judiciales como «Unión» no son política. Son politiqueo, infrapolítica o sencillamente mierda en las instancias del poder, con perdón. Bueno, que pidan perdón ellos.
En cuanto a mi ideología soy progresista porque creo que para conservar sólo está la memoria, que no es poco. En ámbitos como el papel de la religión, el feminismo, la multuculturalidad, lo soy. En lo económico me parece ya no sólo injusto sino insostenible que la riqueza del planeta se reparta como se hace. Me resulta impensable que las dos terceras partes de la Humanidad que pasan hambre se resignen a seguir pasándola. Y aunque creo en el poder de la individualidad (y por eso no comparto algunas cosas con con ciertos tipos de izquierda) tengo claro que el capitalismo salvaje nos envilece.
Sobre la cuestión nacional creo que es una lástima la altura a la que han ido dejando al nacionalismo canario quienes dicen llamarse nacionalistas. Yo no comparto casi nada con partidos como CC o el PIL. Me pasa, simplemente, que no me siento español. No es una cuestión de odios y mucho menos de afán de superioridad o de sobrevalorar lo propio. Sería muy largo, pero en resumen siempre me ha interesado todo lo relacionado con la historia y cultura de Canarias, y después de hacer mi propio análisis considero que Canarias es una cosa distinta a España. Es un pueblo diferenciado. Luego podemos elegir ser españoles, o neozelandeses, por las razones que sean. De hecho la mayoría de la gente seguramente quiera seguir siéndolo, y hay que respetarlo. Pero si en algún momento deseamos ser otra cosa o replantear la relación con España el ámbito de decisión debe ser Canarias. En definitiva no es nada descabellado: creo en el derecho reconocido de autodeterminación de cualquier pueblo y entre ellos el del mío.
Lo que te decía antes, hay futuro si queremos, pero no veo a la gente por la labor. No sé quién ni cómo nos han hecho la lobotomía, pero estamos parados y no sólo laboralmente. Seguramente desde los medios tengamos mucha culpa. Además parecemos seguir a la espera de que esto se solucione sobre las viejas bases. Es como si el cemento nos hubiese tragado y no fuésemos capaces de ver otras alternativas de crecimiento económico.
¿Famoso? Ta’ bien eso… No, sólo pido disculpas por lo largo de las respuestas.
Y si se trata de mirar al futuro, a cuando teclee mi nombre en Google, más allá de lo que piensen los demás, lo que espero es que cuando me lea yo dentro de algunos años me siga sintiendo reflejado en lo que pone aquí. Que la vida no me cambie demasiado, y si lo hace que sea para bien.
Y lo que sí deseo es que Lanzarotelandia tenga mucho éxito en su retorno. Por ser un ejemplo de que hay ideas y vida insular, más allá del cemento. Y para que el resto de la isla y el país coja recortes.
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